jueves, 23 de septiembre de 2010

El Evangelio social de Walter Rauschenbusch

La historia del cristianismo reconoce muchos momentos en los que la teología se une a la política y a la sociedad. Aunque a veces aislamos los tres elementos para analizarlos con cierta profundidad, en la historia se entrelazan de muchas maneras y siguiendo diferentes modelos. Uno de esos intentos fue el Social Gospel creado y liderado por Walter Rauschenbusch. De origen alemán, Rauschebusch fue profesor de historia en el Rochester Seminary y pastor en la Segunda Iglesia Bautista de habla alemana al norte de Nueva York en un barrio pobre conocido como “la cocina del infierno”. En medio de una situación de pobreza extrema, Rauschenbusch elabora una teología fuertemente arraigada en lo social y que es conocida luego como el Social Gospel (evangelio social). En cierto modo, su búsqueda fue una puesta en práctica de la teología de los valores morales de Albretch Ritschl. Para Rauschenbush, el mensaje del Reino de Dios tiene alcances sociales. Dice Rauschenbusch: “Jesús derivó de la vida histórica del pueblo hebreo la idea de ‘el Reino de Dios’. La mejor traducción sería ‘el Reinado de Dios’. Esta concepción incorporó el ideal social y el propósito de las mejores mentes de una de las naciones más creativas de la historia.” En Christianity and the Social Crisis Rauschenbusch dice que aunque Jesús no fue un reformador social del tipo moderno, fue mucho más que un mero “maestro de moral”. Esta designación, propia del liberalismo teológico, es superada por Rauschenbush al explicar que, aunque es cierto que corazón del mensaje de Jesús es la religión, entendida como la relación de vida con Dios, por otra parte nadie comparte su vida con Dios sin que la misma reconstruya todas sus relaciones. Analizando con mayor profundidad el propósito de Jesús definido como “Reino de Dios”, Rauschenbusch sostiene que Jesús no fue un iniciador sino más bien un consumador de las expectativas del Reino. Incorporó la fe y la esperanza proféticas acerca del Reino de Dios. Unió su obra al mensaje de Juan el Bautista con el cual mostró una afinidad interna. Jesús comenzó su ministerio anunciando: “El tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca, arrepentíos y creed al evangelio” (Mr. 1.15). El Reino continuó como centro de su enseñanza, tal como está registrado en los Sinópticos. Rauschenbusch hace una observación interesante en el sentido de que la audiencia de Jesús no necesitaba definiciones del Reino porque se trataba de una concepción y una frase ampliamente conocidas. No ocurre lo mismo hoy, reflexiona Rauschenbusch. Y ofrece, entonces, un panorama de cómo era comprendido el Reino en aquellos comienzos del siglo XX. Rauschenbusch sintetiza las diferentes comprensiones del Reino en sus días:
Para el lector ordinario de la Biblia, “heredar el reino de los cielos” simplemente significa ser salvo e ir al cielo. Para otros significa el milenio. Para algunos, la Iglesia organizada; para otros “la Iglesia invisible”. Para el místico, significa “la vida escondida con Dios.”

Rauschenbusch sostiene que el concepto del Reino fue adquiriendo un sentido colectivo y nacional en Israel que implicaba independencia, seguridad y poder bajo el mando de los reyes davídicos. Involucraba justicia social, prosperidad y felicidad tal como está descripto en la ley y los profetas. En su interpretación del Reino de la perspectiva de Jesús, Rauschenbusch dice que si el Reino no es dependiente de la fuerza humana ni de catástrofes divinas pero crecería quietamente por medio de procesos orgánicos: “entonces el Reino en un sentido ya estaba aquí. Su consumación, por supuesto, es del futuro, pero sus realidades fundamentales ya estaban presentes.”
El aporte más significativo que Rauschenbusch ofrece sobre el Reino de Dios es el siguiente: “El Reino de Dios es todavía una concepción colectiva, involucra toda la vida social humana. No es un asunto de salvación de átomos humanos, sino la salvación del organismo social.” José Míguez Bonino, al evaluar al evangelio social de Rauschenbusch, sostiene que el mismo fracasó, entre otras razones, por ser algo idealista en el sentido de pretender derivar de las enseñanzas de Jesús ciertos valores éticos que fácilmente podrían trasladarse a la sociedad. No obstante, pensamos que fue una instancia importante como búsqueda de la presencia del Reino y su justicia en un momento histórico concreto. En nuestra opinión, resultó un antecedente a las teologías de la liberación forjadas en América latina en los años 1960 ya que algunos temas como: el papel social de los profetas, los propósitos sociales de Jesús y la conciencia política de los cristianos, serán también asuntos centrales de la reflexión latinoamericana. Como reacción a esos contenidos, naturalmente el fundamentalismo (norte) americano se tornó virulento en su crítica a toda forma de evangelio social, pretendiendo una neutralidad en las cuestiones sociales y políticas ya que la Iglesia –argumentaba– sólo está para evangelizar. Una mirada más profunda al fenómeno mostrará que el fundamentalismo en cualquiera de sus variantes lejos de caracterizarse por la neutralidad, ha sido y sigue siendo un espacio donde se manifiestan los más ostensibles posicionamientos ideológicos y políticos tales como las “guerras preventivas” y el apartheid, expresiones que lejos están de encarnar la tan pretendida neutralidad.

Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 23 de Septiembre de 2010
Ampliaré estos conceptos en una conferencia que dictaré el miércoles 20 de octubre de 2010 a las 20 hs. en Florida 681, subsuelo, Ciudad Autónoma de Buenos Aires. La conferencia es organizada por LATE. Están ustedes cordialmente invitados e invitadas.

viernes, 3 de septiembre de 2010

El hombre moral en la sociedad inmoral

La tesis a desarrollar en esta obra es la de que debe trazarse una aguda distinción entre la conducta social y moral de los individuos y las de los grupos sociales, nacionales, raciales y económicos; y que esta distinción justifica y hace necesarias normas políticas que una ética puramente individualista debe siempre encontrar embarazosas. El título El Hombre Moral en la Sociedad Inmoral sugiere la pretendida distinción en forma demasiado inapropiada, pero es, no obstante eso, una indicación razonable del argumento que habrá de presentarse en las páginas que siguen. Los hombres pueden ser individualmente morales en el sentido de que son capaces de tomar en consideración intereses distintos de los propios para resolver problemas de conducta, y llegan en ocasiones a preferir las ventajas ajenas a las propias. […]
La inferioridad de la moralidad de los grupos respecto de la de los individuos es debida en parte a la dificultad que existe para establecer una fuerza social racional que sea lo suficientemente poderosa como para hacer frente a los impulsos naturales con los que la sociedad alcanza su cohesión […]
Este tratado tiene un interés polémico, y está dirigida contra los moralistas, tanto religiosos como seculares, que imaginan que el egoísmo de los individuos va siendo contenido progresivamente por el desarrollo del raciocinio o el aumento de una buena voluntad inspirada religiosamente, y que no es necesaria otra cosa que la continuación de este proceso para establecer la armonía social entre todas las sociedades y colectividades humanas. Los análisis y las profecías sociales realizados por moralistas, sociólogos y educadores sobre la base de tales presunciones, nos llevan a nuestros días a una confusión moral y política muy considerable. Desechan por completo las necesidades políticas en la lucha por la justicia dentro de la sociedad humana al no tomar en cuenta aquellos elementos en el comportamiento colectivo del hombre que pertenecen al orden de la naturaleza, y que nunca pueden ser sometidos del todo al dominio de la razón o de la conciencia. No reconocen que cuando el poder colectivo, sea en forma de imperialismo o de dominio de clase, aprovecha de la debilidad, no puede nunca ser contenido a menos que se levante contra él el poder. Si se puede hacer intervenir en la lucha resultante a la conciencia y a la razón, éstas sólo pueden limitarla, pero no abolirla.

Extracto de la Introducción al libro: El hombre moral en la sociedad inmoral. Un estudio de ética y política, Buenos Aires: Siglo XX, 1966, pp. 9, 10).
Reinhold Niebuhr fue un pastor y teólogo estadounidense (1893-1971), inscripto, junto a su hermano Helmut Richard (1894-1962) dentro de lo que se denomina la “neoortodoxia”. Pensador agudo, elaboró la obra citada durante su pastorado en Detroit, Estados Unidos, donde fue testigo de las injusticias sociales que se cometían en las fábricas automotrices. El extracto que hemos consignado, muestra su búsqueda por un realismo cristiano que supere un pietismo inoperante o un idealismo religioso. En síntesis: la lucha por la justicia requiere la acción política. Esto desmiente la clásica receta de que el cambio social vendrá simplemente como consecuencia de la conversión de individuos.
AFR
Ramos Mejía, 3 de setiembre de 2010