sábado, 24 de diciembre de 2011

ENCARNACIÓN, NAVIDAD Y PROYECTOS HISTÓRICOS DE FE (Is 9/ Lc 2)Leopoldo Cervantes-Ortiz24 de diciembre, 2011 1.





ENCARNACIÓN, NAVIDAD Y PROYECTOS HISTÓRICOS DE FE (Is 9/ Lc 2)Leopoldo Cervantes-Ortiz24 de diciembre, 2011 1. La encarnación divina: su trasfondo teológico e históricoToda fiesta cristiana tiene un referente teológico de fondo: en el caso de la Navidad, se trata de la encarnación del Hijo de Dios en el mundo. Esta afirmación, de tan repetida en el ámbito cristiano, ha perdido su capacidad de sorprender, pero implica algo muy grande, que rebasa nuestra capacidad de comprensión: el Creador del Universo, por su libre voluntad, en un momento determinado de la historia, decidió incorporarse a la dimensión de lo contingente y transitorio, de lo mortal y efímero, asumiendo todos los riesgos. Para cobijar esa presencia inédita entre la humanidad, aun cuando muchas religiones intuyeron siempre la posibilidad de que seres divinos experimentaran la posibilidad de hacerse humanos o se mezclaran con la humanidad (Génesis 6 es un testimonio bíblico de ello), según las Escrituras judeo-cristianas, Dios eligió sumarse a un proyecto histórico de fe que fue la tradición heredada de Israel en los primeros años de nuestra era. Expresarlo de esta manera no significa hacer a un lado toda la parafernalia que se ha creado para celebrar el rostro más visible de la encarnación, de la humanización divina, la Navidad, sino más bien se trata de hurgar en la dinámica de esa tradición para redefinir su perfil y tomar de él lo que con el nacimiento de Jesús de Nazaret en Belén de Judea se establecería como la razón de ser de un grupo de comunidades que reivindicaron su nombre y su acción en el mundo.Se ha identificado muy bien la metáfora de la luz como parte de un proyecto histórico de fe que se remonta a una época en que la nación de Israel estaba a punto de pasar a la historia como proyecto político derivado de la orientación religiosa espiritual del éxodo de las tribus hebreas desde Egipto. La continuidad de dicho proyecto pasó por una serie de transformaciones que desembocaron en la idea de que Israel, como pueblo y nación escogida por Yahvé, sería una luz para todas las gentes (“Luz de las naciones”, Is 42.6b-7; 49.6), para toda la humanidad. Pero este proyecto no pudo realizarse debido a que, como siempre, las estrecheces nacionalistas y raciales impidieron que ese pueblo se sumase a las intenciones universales de Yahvé para hacerse presente en medio de toda la humanidad. De ahí que las palabras de Isaías 9 resuenen tan intensamente hoy como entonces: “Aunque tu gente viva en la oscuridad,/ verá una gran luz./ Una luz alumbrará/ a los que vivan/ en las tinieblas. […] / Nos ha nacido un niño,/ Dios nos ha dado un hijo:/ a ese niño se le ha dado/ el poder de gobernar;/ y se le darán estos nombres:/ Consejero admirable, Dios invencible,/ Padre eterno, Príncipe de paz./ Él se sentará en el trono de David,/ y reinará sobre todo el mundo/ y por siempre habrá paz./ Su reino será invencible,/ y para siempre reinarán/ la justicia y el derecho./ Esto lo hará el Dios todopoderoso/ por el gran amor que nos tiene”.La tendencia divina a abajarse, a vivir en el mundo desde la debilidad y la humildad del niño aludido, no desde el poder, se tradujo en diversos momentos en una visión marcada por el dominio sobre toda la tierra a través de un mesianismo que se remontó por encima de estas esperanzas paradójicas para transformarse en un nuevo proyecto político que tampoco se concretó. La predicación de Isaías sobre este “niño gobernante” se situó en un ambiente de crisis: “…la luz —que generalmente simboliza salvación, esperanza y liberación en la literatura isaiana (60.1)— posiblemente alude y representa a Ezequías, el nuevo monarca judío, hijo de Acaz”.[1] La frase que alude al pueblo intenta renovar la esperanza de ese proyecto histórico de fe: “‘El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz’, pues al finalizar el periodo de dolor y destrucción regresarán la felicidad y el contentamiento como ‘en el día de Madián’. […] La fuente de esperanza del pueblo […] no se fundamenta en la fuerza de las armas ni en lo elaborado y eficiente de las estrategias militares, sino en la capacidad divina de intervenir en medio de la historia para salvar a su pueblo”.[2] 2. Dios lanza en Belén un nuevo proyecto histórico de feEn el evangelio de Lucas, es el anciano Simeón, al tomar en sus brazos al recién nacido, quien alude al viejo proyecto de ser luz para todas las naciones: “Ahora, Dios mío,/ puedes dejarme morir en paz./ ¡Ya cumpliste tu promesa!/ Con mis propios ojos/ he visto al Salvador,/ a quien tú enviaste/ y al que todos los pueblos verán./ Él será una luz que alumbrará/ a todas las naciones,/ y será la honra/ de tu pueblo Israel” (2.29-32).La nueva comunidad (la ekklesia, qahal, “los y las convocados”), el anuncio de una completa nueva humanidad es el nuevo proyecto histórico de fe iniciado por Jesús de Nazaret y se basa precisamente en el proyecto de Isaías. La utopía divina comienza a hacerse realidad en el pesebre de Belén y las personas sencillas que recibieron la revelación directa de la encarnación divina se colocan en una dimensión universal que no hubieran advertido de otra manera. María misma, al recibir la anunciación del ángel, alcanza niveles de profetisa partiendo de una realidad rutinaria y sometida a los dictados de fuerzas terrenales superiores y abiertamente enemigas de los proyectos divinos. El mensaje que unifica al profeta Isaías (en sus tres secciones) y a Lucas es justamente la intención de trascender fronteras mediante un pueblo surgido alrededor de la fe mesiánica que se comienza a consumar en la persona de Jesús. Él es mesías, pero no porque vaya a acceder al poder por la fuerza, sino por el hecho de partir desde el anonimato y el silencio para mostrar al mundo su amor y salvación. Los mesías transitorios (gobernantes, políticos y líderes), ejercen una función de reflejo muy débil e imperfecto de la luz divina del Salvador.El evangelista Lucas, el más atento y preocupado por la situación socio-política del momento, instala en su relato el nacimiento del único Mesías como parte del proceso de la teología a la que estaba adscrito, la paulina, y así demostrar la importancia de cada suceso dentro de la historia de salvación. La simplicidad de los personajes y su estricto apego a la ley religiosa los hace creíbles y los coloca, así, en el horizonte de una acción divina que se comprenderá paulatinamente. María, como receptáculo y vehículo de esta manifestación divina, “guarda todas estas cosas en su corazón” (2.19) y se sitúa al lado de los ángeles y pastores en un contrapunto divino-humano, celestial y terrenal que compone el escenario para el inicio de la acción redentora de Jesús. Y todo ello en el marco de la irrupción de este nuevo proyecto histórico de fe que habrá de mostrarse con mayor intensidad en los años futuros. De ahí que hoy necesitemos preguntarnos también desde qué proyecto histórico asumimos la fe en el nacimiento del Hijo de Dios en el mundo, más allá de los meros dogmas y, sobre todo, desde el compromiso de servicio y promoción del Reino de Dios en el mundo.



[1] Samuel Pagán, Isaías. Minneapolis, Augsburg, 2007, p. 74.[2] Ibid., pp. 74-75.

jueves, 15 de diciembre de 2011

TE BUSCA Y TE NOMBRA - Por Carlos A. Valle


“Yi Yi”, es una obra cinematográfica del director taiwanés Edward Yang. Allí, un niño pregunta a su padre si, dado que no nos está permitido ver la propia espalda, sólo conocemos la mitad de la verdad. Por eso quiere salir a fotografiar la espalda de la gente para resolver ese problema.
Sabemos que hay muchas cosas que sólo las sabemos “a medias”. Por muchas razones. Porque nuestra capacidad es limitada. Porque nuestro interés en conocer es relativo o, simplemente, la información que poseemos es parcial. Pero, quizás, la mayor razón es que solo podemos conocer en parte, y nuestros pasos se mueven siempre en la inmensidad del misterio.
En líneas generales, la teología ha tendido a constituirse en un círculo cerrado para asumirse como la única autoridad para referirse a Dios y, por lo tanto, sobre la totalidad de la vida, la presente y la del más allá.
Convengamos que la teología no ha estado muy dispuesta a abrir ese círculo. Generalmente ha mirado con sospecha a cualquier otra manifestación del pensamiento.
Hoy se constatan serios cuestionamientos a la religión. Novelistas, matemáticos, filósofos de las más variadas escuelas han revivido en estos últimos tiempos el tema de la existencia de Dios. No parecen ir en busca de la promoción de un movimiento anti-dios, sino manifestar su decisión de romper con la fortaleza en la que se ha amurallado el pensamiento.
En pocas palabras, se manifiestan con un fuerte rechazo a todos los absolutismos o posturas metafísicas que suponen la existencia de una verdad única. Insisten, como mucha ciencia moderna, que no hay certezas inamovibles, porque las verdades son parciales y relativas.
Gianni Vattimo, sobre el trasfondo de una vieja afirmación de Nietzsche enmarca sus reflexiones en un concepto básico: “no hay experiencia de verdad que no sea interpretativa” y, añade, “soy un intérprete mientras que no sea alguien que mira el mundo desde afuera.” Eso significa reconocer que el conocimiento está sujeto al cambio histórico y cultural. Lo que Wittgenstein reconocía con cierto apremio existencial: “Es preciso que incesantemente me sumerja en las aguas de la duda.”
Sabemos que siempre está presente la tentación de separar los mundos y dejar los cuestionamientos como no vinculantes. Cuesta ver que la teología esté dispuesta a percatarse de estos reclamos y manifieste algún interés por empezar a reconocer que teología no solo la hacen los teólogos.
Surge la pregunta: ¿Hay alguna posibilidad que la teología considere que a ella tampoco les es permitido ver su propia espalda? Creo que Alberto Roldán con su obra “Te busca y te nombra” retoma un camino de diálogo escasamente transitado con la literatura. Él mismo recuerda que por l969 Roberto Ríos, un pastor metodista lo había procurado con un buen trabajo sobre “La novela y el hombre latinoamericano”.
Roldán habla de un “viaje de ida y vuelta” entre la teología y la literatura con lo cual pone a su mirada en una perspectiva ajena al dogmatismo, la descalificación o el cuestionamiento. Rolan Barthes pensaba que “La ciencia es basta, la vida es sutil, y para corregir esta distancia es que nos interesa la literatura.” Nos parece que Roldán da un paso más, desde su punto de vista hay que recibir la mirada de quien observa nuestras espaldas. Así, habla de “un movimiento continuo que va desde la literatura hacia los temas teológicos y de estos, el retorno a la literatura, como un movimiento de sístole y diástole del corazón o, cambiando de metáfora: como las olas del mar que vienen y van sin nunca detenerse.”
El muy buen prólogo del poeta y escritor mexicano Leopoldo Cervantes-Ortiz despliega una valiosa entrada a todo el libro y debería leerse con interés. Él recuerda que la revista Concilium fue propulsora del diálogo de la teología con las diversas ciencias. Así resalta lo que Hervé Rousseau, uno de sus escritores, afirma: “Si la teología acierta a ocupar un puesto privilegiado en esta experiencia, ¿no podrá representar por su parte la literatura un lugar teológico esencial en tanto que es capaz de expresar la experiencia cristiana mejor que la teología dialecticista?”
Roldán entiende que ha asumido su obra como “… un honor, quizás un atrevimiento, interpretar desde el prisma teológico el pensamiento de tan grandes escritores argentinos. Ofrezco el presente texto como un sencillo homenaje a tan preclaros pensadores de nuestra patria.”
No puede dejar de mencionarse que llama la atención la selección de autores a quienes se atreve a interpretar desde el prisma teológico y con los que procura dialogar. Toda selección es una valoración. Salvo Borges o en ciertos círculos Arlt –hace unos pocos años se publicó su obra completa-, los demás, mayormente, despiertan recuerdos de una época pasada, donde, entre otros, nos deslumbraban las dimensiones cósmicas del pensamiento de Murena o las ardorosas reflexiones de Martínez Estrada.
No es el propósito de este breve comentario hacer referencia a cada uno de los siete escritores que analiza Roldán pero, al menos, trazar en tres breves reflexiones una línea de pensamiento que, con ciertas libertades, los comprende,
En primer lugar, los escritores seleccionados escriben en un contexto religioso de marcada influencia católico romana. Un catolicismo marcadamente conservador de fuerte influencia en la sociedad. Personajes como Murena, Arlt y Ezequiel Martínez Estrada reflexionan al margen de esa corriente pero no necesariamente la cuestionan. Es importante destacar el capítulo dedicado a Leopoldo Marechal, quien además de ser ignorado por su adhesión al peronismo lo fue también por su compromiso de fe en una congregación evangélica. La indagación sobre el tema es todo un hallazgo.
En segundo lugar, varios de los escritores han sido parte de una elite intelectual, como Borges, Murena, Mallea, cuyas proyecciones, en buena medida, limitaron su proyección, sin que tomemos en cuenta otros factores como los políticos de diversa procedencia. La intención de Roldán de dar un salto en el tiempo y más allá de las divergencias que pudieran haber hecho declinar su voz, aparece como la de aquel que quiere rescatar aportes valiosos que denotan una postura teológica valiosa.
En tercer y último lugar, no se puede dejar de preguntar si este análisis de los singulares aportes- bien construido, estructurado y claramente comprensible- no tiene visos de una teología que busca corroboraciones antes que cuestionamientos, lo cual puede llevarle a condicionar sus conclusiones. Es claro que el autor tiene una postura particular. El título del libro, con la resonancia del tango, afirma con claridad la convicción de que en esas reflexiones, llamémoslas seculares, hay motivaciones más allá de sus mismos autores, y él quiere descubrirlas y celebrarlas.
Será importante reconocer que, en este contexto de los conocimientos limitados, deberíamos llegar a comprender -al decir del filósofo italiano Franco Volpi- que todos los verdaderos problemas teológicos “no tienen solución sino historia” porque solo conocemos en parte. Por eso damos la bienvenida a este valioso aporte de Alberto Roldán, que viene a reafirmar la necesidad de ahondar un diálogo abierto entre literatura y teología.+ (PE)
En la foto están Carlos Valle y Alberto F. Roldán durante la presentación de la obra.
(*) De la presentación del libro “Te busca y te nombra –Dios en la narrativa argentina” de Alberto F. Roldán, Editorial Pronombre, 2011, llevada a cabo el 14 de diciembre de 2011 en Auditorio Kraft, Buenos Aires.
Ecupres. PreNot 9742111215

jueves, 1 de diciembre de 2011

INVITACION A LA PRESENTACIÓN DE MI NUEVO LIBRO

Estimados y estimadas:
Les envío una cordial invitación a la presentación de mi nuevo libro. Será en pleno centro de la Ciudad de Buenos Aires...


sábado, 29 de octubre de 2011

El ministerio social de la iglesia local - Rubem Alves



La norma de vida de la comunidad cristiana corresponde a los actos redentores de Dios a través de Jesucristo. Lo que ella hace o debe hacer se deriva de lo que Dios está haciendo y desea hacer. Por eso, al pensar en el ministerio social de la Iglesia local, debemos comprenderlo y definirlo en los términos del propósito de Dios para con el hombre y la sociedad. (…) llamaremos la atención sobre algunos puntos importantes de nuestra interpretación de la acción de Dios.
1. Dios, tal como lo entendemos a través de Jesucristo, existe activamente en la historia humana, para conducirla según su propósito de amor y armonía. No se limita a una plácida contemplación del orden histórico, sino por el contrario, penetra decisivamente en medio de todas nuestras miserias. (…)
2. Este Dios actúa dinámicamente en la historia, ya que extermina los poderes que se rebelan contra su orden de amor e intenta alterar el orden histórico con el caos y el desorden. En las palabras de Jesucristo, en su vida y muerte, el “príncipe de este mundo” estaba siendo juzgado. (…)
3. Ante este hecho comprendemos que el propósito de amor de Dios, al tener como fin la plena humanización del hombre, presupone la redención de las estructuras sociales. Y esto por que el mal no está solo en el hombre, sino fundamentalmente “entre” hombre y hombre, en las expresiones sociales de la vida. (…)
4. Como cristianos afirmamos, paradójicamente, que la victoria de Dios sobre todas las formas de inhumanidad y discordia es un hecho, Jesucristo es Señor, y confiesa a la Iglesia por los siglos. Esto significa que su poder de amor es la mayor realidad, dentro de las estructuras en que vivimos. Esta victoria de Dios sobre los poderes del mal y su soberanía sobre todas las expresiones de vida, es lo que la fe cristiana llama “Reino de Dios”. (…)
5. La Iglesia se sitúa dentro de esta acción de Dios en el mundo. Su misión es testimoniar la victoria de Dios sobre los poderes del mal, y hacer que la soberanía de Jesucristo se exprese en el mundo en el que ella se encuentra. Consecuentemente, la comunidad cristiana local, frente a la realidad social en la que se encuentra, está llamada a ser el instrumento para la realización del propósito de Dios.

Extraído del libro Responsabilidad social del cristiano, Montevideo: ISAL, 1964, pp. 56, 57. Rubém Alves es teólogo, poeta, psicólogo y educador brasileño. Pionero de ISAL, Iglesia y Sociedad en América Latina, de cuya existencia se cumplen 50 años que serán celebrados en una edición especial de la revista Teología y Cultura (www.teologos.com.ar) que aparecerá en próximos días.

miércoles, 31 de agosto de 2011

Solamente - Alejandra Pizarnik




Solamente
ya comprendo la verdad
estalla en mis deseos
y mis desdichas
en mis desencuentros
en mis desequilibrios
en mis delirios
ya comprendo la verdad
ahora
a buscar la vida



Alejandra Pizarnik
Poeta argentina (1936-1972)

jueves, 25 de agosto de 2011

Religiones y política en la actualidad- Foro en la Universidad Nacional de Rosario


Auspiciado por la Universidad Nacional de Rosario el martes 23 de agosto último se realizó un foro sobre Religiones y Política en la actualidad. El evento fue organizado por la Mesa Interreligiosa por el Bien Común y el Centro de Estudio sobre Diversidad Religiosa y Sociedad. En encuentro representó dos miradas al tema: la del ámbito académico, en el cual participaron varios sociólogos y la mirada religiosa. Durante la mañana y luego de la presentación realizada por el Rector de la Universidad Nacional de Rosario Prof. Darío Maiorana, expusieron los siguientes académicos: El Dr. Damián Setton sobre el tema “Los judíos y la política en la Argentina”, la Dra. Verónica Giménez Béliveau que disertó sobre “Católicos y católicas, catolicismos, Iglesia, centralizaciones y heterogeneidades”, la Dra. Silvia Montenegro que abordó el tema: “Las ciencias sociales y la comprensión del Islam”, el Lic. Juan Pedro Schaad que abordó el tema “Rol de la religión en la política desde la perspectiva de la Reforma Luterana del siglo XVI”, cerrando la primera parte con el Dr. Hilario Wynarczyk que disertó sobre “Evangélicos, religión y política”. Mostró de qué modo los evangélicos han intentado posicionarse políticamente en las últimas décadas y de que el espacio evangélico se ha constituido en un apetecible ámbito para los políticos en su búsqueda de votos.
En horas de la tarde expusieron sus temas los representantes de varias confesiones religiosas. El rabino Daniel Dolinsky disertó sobre “Compromiso ciudadano. Una mirada desde la tradición judía”; el Presbítero Ignacio Pérez del Viso habló sobre “La libertad de la fe”. A continuación el Sheij Mahmud Aid habló sobre “Islam: ¿política y religión” destacando el carácter unificador de la fe islámica en el sentido de ser una cosmovisión en que no separa lo espiritual de lo terrenal. Asimismo, destacó que el Islam también aguarda la Segunda Venida de Jesús. Posteriormente disertó el pastor Guido Bello, en representación de la Iglesia Metodista Argentina, destacando el vínculo entre espiritualidad y acción social en la perspectiva de Wesley. El encuentro finalizó con la ponencia del Dr. Alberto F. Roldán que, en representación de la Iglesia Presbiteriana San Andrés, abordó el tema: “El Reino de Dios como paradigma de la acción política cristiana”. Puso énfasis en la necesidad de superar el eclesiocentrismo que tanto ha caracterizado al cristianismo tanto católico como evangélico a través de la historia y optar por el Reino como un eje superador que implica responder a la pregunta: "¿Qué está haciendo Dios en el mundo?”
Lo importante de este encuentro de diálogo interreligioso radica en que es auspiciado por la Universidad Nacional de Rosario que sería la única de ese carácter que promueve formalmente este tipo de diálogos otorgando un lugar importante a la religión en la cultura.

sábado, 20 de agosto de 2011

No te detengas - Walt Whitman





No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.
No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.
No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.
Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.
Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tú puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.
No caigas en el peor de los errores:
el silencio.
La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
"Emito mis alaridos por los techos de este mundo",
dice el poeta.
Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.
Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.
Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros "poetas muertos",
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los "poetas vivos".
No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas ...


Poeta estadounidense. West Hills, EE UU, 1819 - Camden, 1892. Hijo de madre holandesa y padre británico. La primera edición de su obra, Flores de hierba, fue publicada 1855.

martes, 16 de agosto de 2011

Política y misión en perspectiva latinoamericana - Por Hilario Wynarczyk










Recientemente ha sido salido el libro Reino, política y misión. Sus relaciones en perspectiva latinoamericana”, escrito por Alberto F. Roldán y publicado por Ediciones Puma, sello del Centro de Investigaciones y Publicaciones (CENIP), de Lima, Perú. El autor es argentino, profesor de teología en la ciudad de Buenos Aires. Esta obra de 209 páginas, y otras 25 de bibliografía, se sitúa en la interface entre teología, filosofía política y ciencias sociales. Su objeto de análisis es el concepto de reino de Dios, la relación de la iglesia con el Reino, la sociedad y la política. Pero en última instancia también, la propia misión de la iglesia. Para responder a las preguntas que se formula en su estudio, Alberto Roldán acude a una vasta cantidad de autores que pertenecen mayormente a la herencia teórica protestante de Europa, Estados Unidos y América Latina, y en particular a esa cuyas raíces se hunden en el pensamiento de Calvino, encontrando en el reformador ginebrino, además de su punto de anclaje, el horizonte de la discusión y el contexto desde el cual surge su relevancia. Por este motivo, “Reino, política y misión” es un aporte a la construcción del “estado del arte” o estado de la cuestión, de gran utilidad para la reflexión teórica y el uso pedagógico en las instituciones de enseñanza interesadas en los dilemas de la teología cuando sus caminos se cruzan con las demandas de la sociedad incorporadas al pensamiento teórico y de acción. Luego de trazar antecedentes conceptuales de Reino y missio Dei en la obra de varios autores como Richard Niebhur, Oscar Cullmann, Paul Tillich, Jürgen Moltmann y el uruguayo Julio de Santa Ana, tratados en el primer capítulo (que abarca más autores que los aquí mencionados), Alberto F. Roldán dedica el capítulo segundo a “El Reino de Dios en la teología latinoamericana”. Aquí se explaya sobre la obra de Jon Sobrino, el argentino José Míguez Bonino y otro rioplatense, el uruguayo Emilio Castro. A continuación en el capítulo tercero trabaja sobre “La ética social y política de Juan Calvino”, y dedica los capítulos cuarto y quinto a Karl Barth, con los títulos, respectivamente, de “La importancia del comentario de Karl Barth a la Carta a los Romanos” y el “Carácter dialéctico de la justicia y praxis sociopolítica en Karl Barth”. Dirigiéndose a un proceso de convergencias teóricas, enfoca luego el capítulo sexto en “El círculo hermenéutico en las teologías de Juan Calvino y Karl Barth” e incluye ahora las aportaciones del latinoamericano Juan Luis Segundo. El especialmente atractivo capítulo siguiente dedicado a las teologías políticas, comienza con un autor que permanece enigmático a raíz de los prejuicios que despierta su imagen pública: Carl Schmitt. Luego de lo cual nos presenta analíticamente la producción teórica de Jürgen Moltmann y Johann Baptist Metz. Avanzando ya en el capítulo 8, Alberto Roldán revisa la presencia, primero excluida, después protagónica, de América Latina en los Congresos de Edimburgo, 1910-2010. Cierra el libro con unas breves conclusiones finales, jalonadas antes por la sistemática presencia de apartados conclusivos para cada uno de los capítulos mencionados. Coherentemente con la disciplina en la que se desenvuelve, Alberto Roldán no avanza en este libro sobre el análisis, que sería propio de la sociología empírica, acerca de las proximidades y distancias entre las definiciones teológicas y las concretas formas de la praxis eclesiástica. Creo correcto sin embargo, afirmar que la investigación de sociología empírica dedicada a las relaciones entre religión y política en el ámbito de las iglesias evangélicas, al menos en el espacio nacional de la República Argentina, deja percibir que las tensiones principales que emergen de estas interacciones giran en primer término, alrededor de la definición conceptual de la misión que tendría la iglesia en la sociedad. Este problema que de suyo pertenece a la práctica, nos remite a su contrapartida en el plano de la reflexión teológica acerca del reino de Dios y el papel de la iglesia en el reino de Dios. Por este motivo, considero que la aparición “Reino, política y misión” constituye una contribución oportuna a la discusión y la pedagogía en el dominio teológico, manteniendo en el horizonte la idea de que la teología funciona como el marco que puede encuadrar la acción de quienes pretenden ser los actores de la iglesia en el mundo. Además el libro tiene la virtud de surgir de la mesa de trabajo de un autor local, cuya biografía por otra parte presenta un curso paradójico, como lo deja ver el intelectual mexicano Leopoldo Cervantes-Ortiz en la introducción. Dice Cervantes-Ortiz acerca del autor de “Reino, política y misión” “…basta con mirar su historia de vida para darse cuenta de la forma en que se ha desarrollado con el paso del tiempo. Partiendo, como muchos otros colegas, de una experiencia definida por los cánones del protestantismo histórico conservador, ha evolucionado hasta alcanzar una voz teológica propia, madura y propositiva”.Alberto F. Roldán es doctor en teología por el Instituto Universitario ISEDET, y master en ciencias sociales y humanidades (con enfoque en filosofía política) por la Universidad Nacional de Quilmes. Siendo profesor y directivo del Instituto Teológico FIET, desarrolló al mismo tiempo una experiencia de conferencista y profesor en varios países, ha escrito varios libros y numerosos artículos, y pertenece a la FTL, Fraternidad Teológica Latinoamericana. Los interesados en otros aportes del mismo autor y eventuales consultas, pueden dirigirse al link de la revista on line Teología y Cultura en: www.teologos.com.ar+
(Prensa Ecuménica)(*) Hilario Wynarczyk es doctor en sociología. Se especializa en el estudio de las iglesias evangélicas en sus relaciones con la sociedad, el Estado y la política. PreNot 9685110816

miércoles, 3 de agosto de 2011

Conferencia de Giacomo Marramao en Buenos Aires






El 2 de agosto pasado, el filósofo Giacomo Marramao ofreció una conferencia magistral titulada “Globalización y democracia: definiendo la agenda del siglo XXI”. La misma se desarrolló en la sede de la facultad de Ciencias Sociales de la UBA, sita en Santiago del Estero 1029, de la ciudad de Buenos Aires.
El pensador italiano, nacido en Catanzaro en 1946, es catedrático de filosofía política en la Universidad de Roma III. Realizó estudios en Italia y Alemania. Particularmente, ponderamos su obra por el aporte a temas como la secularización, la globalización y el tiempo. Sobre esto último, afirmó que la historia es contingente y no lineal y que, citando a Octavio Paz, “Occidente no sólo colonizó el espacio territorial sino también el tiempo.” Y agregó: “El futuro, ahora, no tiene más potencia simbólica.”
También dijo que con el proceso de secularización la promesa de Occidente se ha transformado en una amenaza de destrucción. Para Marramao, la globalización no es un fenómeno unitario en el sentido de tener una lógica única sino que más bien es “bi-lógica” en la cual el mercado financiero tiene un lugar preponderante.
En la parte final de su disertación, el filósofo italiano distinguió entre el populismo, ilustrado claramente por el peronismo y el “neo-populismo” de hoy, que es mediático, ya que las personas no son sujetos activos del mismo sino sólo espectadores.
En una breve charla que pude mantener con el expositor, le agradecí sus aportes decisivos al tema de la secularización. Por caso, en su libro Cielo y tierra. Genealogía de la secularización, y su reflexión sobre la teología dialéctica. Obra en la que, al exponer la secularización, dice: “En las reflexiones desarrolladas por Barth y Gogarten durante este período (se refiere a los años 1920), el concepto de secularización viene a constituir el indicador de una creciente conexión histórica entre religión y cultura: de un progresivo ‘historizarse’ y ‘mundanizarse” de la religiosidad. A su juicio, el papel de una teología dialéctica consiste sobre todo en asumir tal resultado, pero también en cumplir un ulterior y más radical paso, poniendo el acontecimiento de la fe más allá de este nexo. La ‘secularización’ expresa una realidad incontrovertible –y, como tal, debe ser legitimada.” (Cielo y tierra, Barcelona: Paidós, 1998, p. 82).
Otras obras de Marramao en castellano son: Pasaje a Occidente. Filosofía y globalización (Buenos Aires: Katz, 2006) y Kairós. Apología del tiempo oportuno, Barcelona: Gedisa, 2008.

Alberto F. Roldán
Buenos Aires, 3 de agosto de 2011

viernes, 8 de julio de 2011

Caricaturas de la teología de la liberación - Alberto F. Roldán

Rubem Alves - Teólogo brasileño (ISAL)



Gustavo Gutiérrez - Peruano. Teologia de la Liberación.







Todos sabemos lo que es una caricatura. Es un dibujo en el cual se exageran los rasgos característicos de una persona. De ese modo, si el sujeto en cuestión tiene una nariz grande, se la extiende para que aparezca como “narigón”. Lo mismo se hace si tiene una cabeza grande o un mentón grande. Algunas caricaturas son graciosas y tienen la capacidad de que el observador apenas las ve, identifica claramente de quien se trata, más allá de que lejos están de ser “fotografías” de las personas que representan. La palabra “caricatura” procede el italiano caricare y significa “exagerar”. Aunque creativas, las caricaturas terminan por distorsionar los rasgos del personaje en cuestión.
Las caricaturas no se aplican sólo a dibujos. También se aplican al lenguaje, sobre todo cuando quienes escriben sobre un tema en particular, en lugar de investigar antes, se hacen eco de frases hechas y lugares comunes. El fenómeno se puede aplicar a la teología de la liberación. Siendo un movimiento teológico latinoamericano que tuvo su génesis “oficial” en el Celam II (Medellín, 1968), hunde sus raíces en otro espacio teológico denominado ISAL (Iglesia y sociedad en América Latina, 1961). Mientras la teología de la liberación está asociada a teólogos de la Iglesia católica romana (Gustavo Gutiérrez, Leonardo y Clodovis Boff, Jon Sobrino, Juan Luis Segundo, entre otros) ISAL fue un espacio de teólogos protestantes (Richard Shaull, Rubém Alves, José Míguez Bonino, Emilio Castro, entre otros) que reflexionaron sobre los rápidos cambios sociales que se operaban en el mundo de la posguerra y las revoluciones sociales y políticas de los años 1960. Aunque ISAL fue pionera en estas cuestiones, por razones que no viene al caso mencionar aquí, no tuvo el desarrollo e impacto que alcanzó la teología de la liberación surgida en el seno del catolicismo latinoamericano.
Desde los sectores conservadores y fundamentalistas de las iglesias de América Latina (en la que debemos ubicar tanto a católico-romanos como evangélicos) a lo largo del desarrollo de la teología de la liberación se fueron acuñando expresiones descalificadoras de esa teología. Es preciso, entonces, encarar una especie de “desmitificación” de esas caricaturas. Dado el limitado especio de este artículo, me permito señalar sólo tres de ellas.
Primera caricatura (ideológica): “La teología de la liberación es marxismo y, como tal, niega a Dios e insta a la lucha armada.” En esta caricatura se mezcla algo de verdad con mucha mentira. En efecto, los teólogos de la liberación hacen uso consciente del marxismo como instrumental socioanalítico para elaborar su teología. Entendían que el marxismo representaba el marco teórico más idóneo para repensar el mensaje cristiano en la situación latinoamericana. Pero siempre distinguieron entre los aspectos metafísicos del marxismo y su valor como instrumental para analizar la sociedad y la política latinoamericanas. En su agudo análisis de la teología de la liberación que encara Míguez Bonino en La fe en busca de eficacia, el teólogo metodista argentino evalúa el tema del uso del marxismo. Algunos, admite, conciben el materialismo dialéctico e histórico “como una suerte de teoría metafísica, una formulación filosófica absoluta a la que se transfiere una especie de ciega adhesión como la que se pretendía para el dogma teológico.”1 Pero no es esa, precisamente, la tónica que dominó en las producciones de la teología de la liberación. Gutiérrez, por caso, tanto en su Teología de la liberación como en su tesis-defensa realizada en Bélgica en ocasión del otorgamiento del doctorado en teología, separó muy bien los campos: el de la teología como mediación hermenéutica y el de las ciencias sociales como mediación socioanalítica. Lo mismo planteó Clodovis Boff en su obra Teología de lo político, sus mediaciones. Por otra parte, como bien señaló Gutiérrez en su defensa, nunca estuvo en el pensamiento y en la intención de los teólogos de la liberación instar a la lucha de clases y, por ende, a la lucha armada, sino que más bien la lucha de clases era un indicativo más que un imperativo que se podía percibir en la historia de América latina.
Por otra parte, la caricatura ideológica que se hace de la teología de la liberación no toma en cuenta el contexto en que siempre se gesta una teología que responda a situaciones históricas concretas. Sus críticos, parten del supuesto errado de que es posible hacer teología desde un ámbito carente de ideologías. A este respecto, es oportuno recordar el sesudo trabajo de Juan Luis Segundo “Las ideologías y la fe”2 en el que, luego de analizar el concepto de ideología en relación a la fe, concluye en que ésta última “no consiste, pues, en la adhesión intelectual a un cierto contenido revelado como solución definitiva para problemas teóricos y prácticos”3 sino que es “la madurez para las ideologías, es la posibilidad de desempeñar plena y conscientemente el cometido ideológico del que depende la liberación real de los hombres.”4 Por su parte el ya citado Míguez Bonino critica esa pretendida “objetividad” carente de ideologías en las teologías occidentales señalando:
Basta una lectura somera de la historia de la interpretación en la teología europea, por ejemplo a partir del siglo XVIII, para desvanecer toda duda al respecto. Las exégesis “científicas”, “históricas” y “objetivas” se revelan plenas de presupuestos ideológicos.”5
Muchas de las teologías que se leen en América latina y que son forjadas en el Nordatlántico son expresiones de las más enérgicas ideologías pese a que se presenten como “evangélicas” y “bíblicas” ya que defienden las guerras (incluyendo las “preventivas”) la segregación racial y el dominio de las superpotencias sobre los pueblos débiles. Es aquello que Noam Chomski denomina creativamente “Estados canallas”. En otras palabras: no se trata de que la teología de la liberación sea “ideológica” mientras las teologías “evangélicas” son “bíblicas”, sino que las unas y las otras son portadoras de ideologías, sólo que de distinto signo.6
Segunda caricatura (teológica): “La teología de la liberación reduce el mensaje cristiano a agendas socioeconómicas y políticas.” En este caso estamos ante una caricatura teológica porque acusa a la teología de la liberación de reducir el mensaje cristiano a lo socioeconómico y político. A contrario sensu se podría decir que la realidad es exactamente al revés de lo que se argumenta. Una lectura somera de las obras sistemáticas de Leonardo Boff, Gustavo Gutiérrez, Jon Sobrino y Juan Luis Segundo, muestran que la producción de estos teólogos latinoamericanos dista de ser un reduccionismo como se pretende. Han abordado la totalidad de los temas de la teología sistemática cristiana: Dios, trinidad, cristología, antropología, soteriología, pneumatología, eclesiología y escatología. No hay tal cosa como un reduccionismo socioeconómico y político que desplace los temas clásicos de la teología. Tomando un tema en particular, la cristología, el aporte de la teología de la liberación ha sido decisivo en varios aspectos: uno, en recuperar la dimensión humana e histórica de Jesús de Nazaret7 aspecto eclipsado por cristologías trascendentes y docetas que subrayan lo divino de Jesucristo en detrimento de su dimensión humana e histórica; en segundo lugar, la teología de la liberación pone al descubierto los resortes políticos e ideológicos que condujeron a Jesús a la cruz, llámense el establishment religioso de los fariseos y maestros de la ley y los poderes políticos del Imperio Romano: Herodes, Poncio Pilatos, etc. En tercer lugar, la teología de la liberación, en lugar de reducir el significado de la “salvación” en términos de liberación, amplía el concepto hacia alcances sociales y políticos sin negar las dimensiones espirituales. A partir del paradigma del “éxodo”, central en la narrativa bíblica, la teología de la liberación va más allá de una mera “salvación del alma” o de la persona o de las familias para reflexionar sobre las dimensiones sociales del pecado, lo que Gutiérrez llama “jamartiósfera” (pecado estructural) y del que ya hablaron los profetas de Israel cuando señalaban la opresión de los ricos sobre los pobres. Toma conciencia, también, del mensaje y de la praxis de Jesús de Nazaret en su reivindicación de los pobres “en espíritu” y “pobres desclasados”.
Tercera caricatura (eclesiológica): “Los teólogos de la liberación optaron por los pobres y los pobres optaron por los pentecostales.” Esta tercera caricatura acaso mezcle lo teórico-reflexivo con lo eclesiológico-empírico. Habría que preguntarse ¿en qué sentido los pobres optaron por los pentecostales? Toda opción es el resultado de un conocimiento previo de aquello por lo que se opta y, en este caso, es dudoso que los pobres considerados como un colectivo social hayan conocido la teología de la liberación con cierta profundidad como para rechazarla y, en consecuencia, optar después por los pentecostales. Esto, dicho sin ningún tenor peyorativo hacia una expresión del evangelicalismo que ha tenido un crecimiento notable en América Latina. Pero si de crecimiento numérico se trata, no creo que haya estado en la mente de los teólogos de la liberación ese tema en el sentido de la sumatoria de convertidos a la fe del Evangelio y la creación de megaiglesias para impactar al mundo. La opción por los pobres fue un concepto derivado del Evangelio y tiene fundamento nada más y nada menos que en las palabras de Jesús: “Dichosos ustedes los pobres, porque el reino de Dios les pertenece” (Lc. 6.20 NVI); “a los pobres se les anuncian las buenas nuevas” (Lc. 7.22); “El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me ha ungido para buenas nuevas a los pobres” (Lc. 4.18). Los pobres son tanto objeto como sujeto de la liberación que opera Dios en Jesucristo.8 Cuando se critica a la teología de la liberación por un supuesto “fracaso” en sus predicciones o en su papel liberador, habría que recordar que se está confundiendo lo teórico con lo empírico. Si la missio Dei consiste en aumentar el número de miembros de iglesias a los cuales no hay que enseñar la palabra de Dios y mucho menos ayudarles a pensar su fe, entonces se podría decir que la teología de la liberación fracasó. Pero nunca estuvo en su intención reducir la misión al incremento de convertidos como si ello, ipso facto, derivaría en un cambio social profundo y sostenido. De hecho, en los países donde se evidenció un crecimiento cuantitativo de evangélicos, lejos estuvo de materializarse un cambio social y político de grandes dimensiones como lo fue, mal que pese a muchos, la Reforma Protestante. Criticar a la teología de la liberación como una teorización sin sentido es no entender la naturaleza de un texto que, al decir de Paul Ricoeur es “todo discurso fijado por la escritura.”9 Como tal, adquiere una autonomía propia más allá de las intenciones de su autor y se enriquece en múltiples lecturas y relecturas. Si algo tiene de virtud la teología de la liberación es haber producido una obra de amplios alcances como un nuevo modo de hacer teología desde la praxis y que, asumiendo el círculo hermenéutico, implica la puesta en práctica de las sospechas ideológica, teológica y exegética que alumbren a una nueva hermenéutica acorde a los nuevos tiempos.10 Criticar a la teología de la liberación mediante señalamientos carentes de rigor académico termina por convertirla en una caricatura que distorsiona su imagen y su mensaje.

NOTAS:

1 José Míguez Bonino, La fe en busca de eficacia, Salamanca: Sígueme, 1977, p. 210 (Esta obra es la traducción del original inglés: Doing Theology in a Revolutionary Situation).
2 Juan Luis Segundo, “Las ideologías y la fe” en Liberación de la teología, Buenos Aires: Carlos Lohlé, 1975, cap. IV, pp. 111-140
3 Ibid., p. 140
4 Ibid.
5 Op. Cit., p. 128
6 Como botón de muestra, véase el modo en que George Ladd relee un pasaje del Sermón del Monte. Comentando el mandato de Jesús: “No resistáis al que es malo” (Mt. 5.38, 42), dice: “Si se ha de acatarlo en forma literal estricta, éste sería el inevitable y frecuente resultado. Si las naciones occidentales practicaran literalmente la no resistencia y liquidaran todos los recursos militares, nos encontraríamos de inmediato con una tiranía mundial del comunismo.” George E. Ladd, El Evangelio del Reino, Miami: Caribe, 1974, p. 90. Está de más preguntarse si esta reflexión es ideológicamente aséptica o, por el contrario, es portadora de una clara y definida ideología a favor del armamentismo.
7 Mencionemos aquí los trabajos de Jon Sobrino, Jesús en América Latina, Santander: Sal Terrae, 1982 y Jesucristo liberador. Lectura histórica-teológica de Jesús de Nazaret, San Salvador: UCA, 1991. He analizado el tema del Reino en la teología de Sobrino en mi reciente Reino, política y misión, Lima: Ediciones Puma, 2011, capítulo 2. De paso, recordemos que Sobrino fue sancionado por la jerarquía católica romana por su cristología que juzga “deficiente”. También son dignos de tomar en cuenta los volúmenes de Juan Luis Segundo, El hombre de hoy ante Jesús de Nazaret, publicados por Ediciones Cristiandad.
8 Para un estudio profundo de los pobres como objeto y sujeto de la liberación en la teología de Juan Luis Segundo, véase David A. Roldán, Teología crítica de la liberación. Un replanteo desde el problema de la interioridad y la exterioridad. Con atención especial a Juan Luis Segundo y José Míguez Bonino, tesis de doctorado en teología, Buenos Aires, 2011, cap. 6.
9 Paul Ricoeur, Del texto a la acción, Buenos Aires: FCE, 2000, p. 127.
10 Para una aplicación del círculo hermenéutico a las teologías de Juan Calvino y Karl Barth, véase Alberto F. Roldán, Reino, política y misión, cap. 6.

Alberto F. Roldán es doctor en teología por el Instituto Universitario Isedet y master en ciencias sociales y humanidades (filosofía social y política) por la Universidad Nacional de Quilmes.
Ramos Mejía, 17 de junio de 2011

sábado, 25 de junio de 2011

El peligro de la verdad absoluta según Gianni Vattimo

"... nunca he visto a un nihilista haciendo una guerra por la religión, pero he visto a muchas iglesias o incluso personas con principios metafísicos, hacer guerras, Bush, el papa, los papas del Renacimiento, las Cruzadas, todo, siempre se hizo en nombre de la verdad. Y en nombre de Dios lo cual es todavía peor."
Gianni Vattimo, filósofo italiano en la entrevista "La construcción de la verdad", revista Ñ, 25 de junio de 2011

martes, 21 de junio de 2011

Iglesia Evangélica Metodista Argentina: 175 años en el país





Durante los días 17 a 20 de junio de 2011 se realizó la XXII Asamblea General de la Iglesia Evangélica Metodista Argentina. Durante el encuentro que se efectuó en las instalaciones del Colegio Ward, de Ramos Mejía, se celebraron los 175 años de presencia de la Iglesia Metodista en nuestro país. El sábado 18 hubo un culto de acción de gracias del que participaron representantes de varias iglesias de la Argentina y organismos ecuménicos como FAIE, CLAI, CIEMAL, ALAIME y CIEM. También estuvo presente Nora Cortiña, en representación de las madres de plaza de mayo, línea fundadora. El intendente de Morón. Lucas Ghi, entregó al obispo Frank de Nully Brown una plaqueta en la que desataca el compromiso de esa Iglesia con las realidades sociales, trabajando en una alianza estratégica con el municipio para crear ciudadanía. El culto fue sumamente emotivo por los recuerdos históricos de esa Iglesia en el país, el canto congregacional y el mensaje del obispo que se centró en Romanos 12.1-2. En la declaración final se indica:
Nos hemos reunido bajo el lema “Jesucristo renueva en comunión y compromiso” para celebrar este aniversario con gratitud a Dios que en Jesucristo nos ha llamado a la fe y a la comunión en su Iglesia y para reconocer la fidelidad de todos aquellos hermanos y hermanas que en este peregrinaje dieron su testimonio y aún su vida sirviendo en nuestro país.
Al rememorar esta historia queremos renovar nuestro compromiso y comunión en este momento particular de nuestra patria. La ola neoliberal fue determinando la vida de nuestro mundo en las últimas décadas y afectando profundamente a los países latinoamericanos. Se instaló una concepción de sociedad que prioriza el lucro antes que la gente y el rédito económico antes que el desarrollo humano, dañando así a toda la creación. Años de dolor, opresión, muerte y desprotección fueron afectando la vida de nuestro pueblo.
Gracias a Dios, vientos de cambio están soplando en el continente en la búsqueda de una sociedad más democrática al servicio del pueblo. Es una tarea que reclama la participación de todos para que se consolide la paz, la justicia y la verdad y donde la economía esté al servicio de una más justa distribución de bienes.
“La historia y la sociedad son escenarios de la acción de Dios”, afirma nuestra Iglesia en sus Principios Sociales, como un desafío a estar presente en la vida de nuestro país con nuestra oración, reflexión y participación.
En las vísperas de elecciones presidenciales es importante que se afiancen los valores de la democracia, que tanto han costado, sobre las divisiones y los intereses sectoriales. Este es un tiempo de diálogo pero también de polémica, donde muchas veces priman antagonismos y descalificaciones. Ejercer el derecho democrático del voto es motivo de alegría pero también es necesario que se ejerza el desarrollo de ciudadanía para fortalecer la vida democrática.
En esta desafiante búsqueda Dios nos llama en Jesucristo a la comunión y el compromiso con toda nuestra Nación para construir una sociedad más justa y solidaria.
“Así que, hermanos, les ruego por las misericordias de Dios, que se entreguen ustedes mismos como ofrenda viva, consagrada y agradable a Dios. Este es culto espiritual que deben ofrecer” (Romanos 12:1)
¡Felicitaciones a la Iglesia Evangélica de la Argentina por su fiel testimonio del Evangelio y del Reino de Dios en nuestro país!
Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 21 de junio de 2011

jueves, 16 de junio de 2011

Los galeses: pioneros de la Patagonia







He visitado varias veces el valle del Río Chubut, en la Patagonia argentina, pero esta fue la primera vez en que tomé conocimiento directo de su gente y de su historia. Invitado por la Unión de Iglesias Cristianas Libres del Chubut –más conocidas históricamente como “las capillas galesas”, participé en Gaiman de la 27ª. Feria Provincial del Libro y 7ma. Feria Patagónica del Libro, presentando mis últimas obras: ¿Para qué sirve la teología y Reino, política y misión. El sábado 11 de junio ofrecí una conferencia titulada: “Amor, justicia y libertad. Sus relaciones desde una perspectiva filosófico-teológica” en la que mostré las interconexiones entre las distintas corrientes filosóficas y el mensaje de la Biblia sobre esas tres virtudes tan indispensables para la vida en sociedad. En mi conclusión, dije:
“¿Cómo se vinculan entre sí el amor, la justicia y la libertad en la experiencia humana? El amor trasciende la justicia en el sentido de que, como dice Stephen Mott: “produce acciones morales que la justicia no puede ordenar.” Lo mismo vale para la cuestión ética, según lo plantea el filósofo Fernando Savater cuando dice: “Allí donde el amor se impone, la ética no tiene prácticamente nada que decir […]” San Agustín resumió el tema en una sugestiva invitación: “ama y haz lo que quieras.” Por otra parte, el amor se relaciona con la libertad. El amor implica ofrecerse al otro y, por lo tanto, concederle libertad y estar dispuesto a sufrir por ello.
Se trata de un amor que debe tornarse eficaz en la historia. Como escribe Juan Luis Segundo:
Amar, amar eficazmente, es la única ley del cristiano. No ya la ley que distribuye entre las acciones etiquetas de “permitido” o “prohibido”, independientemente de cada hombre; sino la ley que le indica a la libertad del hombre su único camino verdadero: crear, en circunstancias siempre personales y únicas, un amor histórico también irreemplazable y único.

Tanto desde la reflexión filosófica que hemos expuesto como de la perspectiva bíblica, existe cierta coincidencia en que el amor, la justicia y la libertad son valores permanentes que hacen a la construcción de una sociedad armónica. Venimos al mundo con una gran carencia de amor, de afecto y ternura. El ser humano es, en ese sentido, el ser más débil y que demanda cuidado y protección. Pero conforme vamos creciendo, hay otro valor que surge como imprescindible: la justicia distributiva que plantea problemas cuya solución requiere de teorías de distribución de los bienes y de políticas concretas que propendan a que los seres humanos tengan el acceso a los bienes sociales que requieren para su realización como personas. El amor a Dios, al prójimo y a la creación forja una sociedad con hambre y sed de justicia que, una vez satisfecha, deriva en una sociedad verdaderamente libre, donde los seres humanos no sean medios para usar sino fines para respetar.”
Lo que más me ha impactado en esta vista fue la gente de origen galés, su fina atención y respeto y, sobre todo, su rica historia. En efecto, los galeses, que huyeron de su tierra en Gran Bretaña para encontrar libertad y realización, llegaron en febrero de 1865 a bordo del velero “Mimosa” a las playas que bautizaron con el nombre de “Puerto Madryn”, en homenaje al promotor de la iniciativa: Love Jones Parry Madryn, cuyo castillo llevaba ese nombre en el país de Gales. En Crónica de la colonia galesa de la Patagonia, escrita por Abraham Matthews –que tuvieron a bien obsequiarme– se indica que en 1865, antes de que se consumase la tristemente célebre “Campaña al Desierto” y que significó el exterminio de los pueblos originarios, un grupo minúsculo de galeses se atrevió a desembarcar en esas playas patagónicas. Después de muchos fracasos, logró establecer una colonia próspera en la “tierra maldita” de Darwin. Hoy, la comunidad galesa se ha hecho argentina, plenamente consustanciada con la lengua castellana y nuestras costumbres argentinas, más allá de mantener viva también su cultura expresada en el famoso “té galés” y su idioma que ahora intentan enseñar a las nuevas generaciones.
¡Salud al pueblo galés de la Patagonia! ¡Un saludo especial para mis nuevos amigos y amigas de Trelew y Gaiman!

Alberto F. Roldán

jueves, 2 de junio de 2011

A propósito de las próximas elecciones en Perú


De izquierda a derecha: Dres. Alberto Roldán, Víctor Arroyo y Walter Pérez


“Estar a punto de repetir un régimen nefasto cuestiona nuestra conciencia ciudadana”
Entrevista a Víctor Arroyo, del CONEP
Víctor Liza Jaramillo
Lima, jueves, 2 de junio de 2011
El Director Ejecutivo del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), Víctor Arroyo, concedió una entrevista exclusiva en la que cuenta su breve experiencia en el Congreso y su participación en el Movimiento Evangélicos por la Democracia, de resistencia a la dictadura de Alberto Fujimori. También expresó algunas reflexiones sobre la actual coyuntura electoral.

Cuéntenos un poco acerca de su experiencia en el terreno de la política como senador.
En 1989 recibo una invitación de Cambio 90 para integrar su lista de senadores. Fue una experiencia importante; no llegué sin conocimientos de nada, pues tenía la reflexión, la preparación y con la inquietud de que las cosas tenían que cambiar en ese contexto: teníamos una elevadísima tasa de inflación y una situación de ingobernabilidad total.
¿Cuándo es que se aleja de Cambio 90?
Cuando Alberto Fujimori cerró el Congreso, renuncié públicamente. Además, porque el régimen no luchó contra la corrupción ni atendió la pobreza como prometió. La bancada de Cambio 90 elaboró un documento de respaldo a la decisión de Fujimori. Cuando me solicitaron la firma, les dije que esto era un golpe a la democracia y que merecía mi condena.
Antes del golpe, ¿ya había tomado una posición critica ante el fujimorismo?
Ya tenía discrepancias. Cuando se discutía en el Senado la acusación constitucional contra Alan García, la Comisión de Acusación Constitucional acordó, con elementos de juicio, y sin ánimos de venganza, aprobar la medida. Pero por indicación de Palacio, la bancada fujimorista votó en contra. Yo estuve a favor de que el caso pasara al Poder Judicial para la respectiva investigación. También discrepé sobre investigaciones sobre violaciones de derechos humanos. Algunas veces me decían, “¿qué pasa?, te van a expulsar”. Yo respondía que si por mantenerme firme a mis principios se me iba a expulsar, pues a mucha honra.
¿Usted fue el único que renunció, o hubieron otras personas que le acompañaron?
Varios diputados evangélicos renunciaron antes que yo, cuando Fujimori adopta el “Fuji-shock”, además de otras contradicciones al interior de la Cámara Baja. En el Senado no había ese tipo de confrontación, excepto en este tema, que nos llevó a varios de nosotros a expresar un punto de vista discrepante con esa medida.
¿Hubo alguna especie de seguimiento u hostigamiento hacia usted en los años anteriores?
Por alguna razón que nunca pude explicarme, Seguridad del Estado se mantuvo cerca de mí por un tiempo. Cuando pregunté por qué tenía a dos policías siguiéndome con la justificación del resguardo, me dijeron que de Palacio había venido una lista en la que mi nombre figuraba, y por eso tenía ese de resguardo, aún cuando yo ya había renunciado a Cambio 90.
¿Lo notaba como una especie de seguridad o de un seguimiento?
Creo que un poco de las dos cosas. Ellos preparaban un parte diario de cuáles han sido los desplazamientos o las reuniones a las cuales uno concurría. Entendí que posiblemente era un mecanismo de tener conocimiento de lo que estaba haciendo.
¿Cómo fue su participación en el Movimiento Evangélicos por la Democracia?
Cerrado el Congreso en 1992, participé junto a personajes como Gustavo Mohme Llona del Foro Democrático, que se creó para asumir la defensa de la democracia. Luego aparece Evangélicos por la Democracia (MED), que apoyó medidas como la lucha por la liberación de Juan Mallea, la concurrencia a la Plaza Mayor para lavar la bandera peruana. Era significativo porque agrupaba a estudiantes, profesionales y gente involucrada en trabajo de defensa de derechos humanos.
¿Esa participación de evangélicos era mayoritaria?
No era mayoritaria pero era un movimiento significativo. Por ejemplo, en esos años se realizaba la denominada Marcha por Jesús, de corte evangelístico, que, según los medios de la época, convocaba de 50 a 60 mil personas que salieron a las calles. Pero después se llamó a una concentración a favor de los presos inocentes en la plaza Francia, y sólo estuvieron unas doscientas personas. Parecía que los evangélicos no pensábamos en el Jesucristo interesado en el sufrimiento de las personas. Eso describe la actitud mayoritaria de los evangélicos respecto a la dictadura. El interés por la participación política va desarrollándose en los años que siguieron.
¿Fue decisiva la participación del MED?
Fue importante que un grupo de evangélicos pudieran plantarse, por ejemplo, frente al Poder Judicial para pedir la libertad de Mallea; y que se sumaran a la Marcha de los Cuatro Suyos en la lucha por la democracia. Fue un grupo que creció por la motivación que teníamos y por el compromiso con los valores democráticos. Fue un rol profético importante, de cuestionamiento a la dictadura.
¿Qué cree que ha ocurrido para que el fujimorismo esté tan cerca de retornar al poder?
En primer lugar, los actores políticos de la última década no realizaron la reforma del Estado para diseñar y aplicar políticas de inclusión social. La población está expresando la frustración de haber vivido en crecimiento económico sin experimentar beneficios en su calidad de vida. En cuanto a la sociedad civil, no ejerció la vigilancia adecuadamente. En el caso de los evangélicos, hemos estado más preocupados en el crecimiento numérico de las iglesias y no tanto en la calidad del testimonio evangélico en la sociedad.
¿Ha faltado hacer docencia sobre democracia, derechos humanos, lucha contra la corrupción?
Yo creo que sí. El papel del MED fue importante por las movilizaciones y los pronunciamientos públicos; pero había que crear también conciencia ciudadana. No hemos intervenido activa y sostenidamente en la construcción de ciudadanía. Esta situación nos coloca frente a una fragilidad de conciencia democrática. Que estemos a punto de repetir un régimen que fue nefasto para el país, cuestiona nuestros niveles de conciencia democrática.
En una elección tan crucial como esta, ¿cuál sería el papel del pueblo evangélico?
Los evangélicos tenemos que asumir un rol activo de construcción de ciudadanía en el Perú. Debemos participar en espacios de gestión publica; desarrollar conciencia de vigilancia ciudadana. Las autoridades hacen lo que se les ocurre por la ausencia de un control que provenga del pueblo, y los evangélicos somos parte del soberano. Eso está vinculado con el tema del rol profético y la importancia que tiene la vida humana para la conciencia cristiana.
Fuente: ALC noticias. Usado con permiso.

viernes, 20 de mayo de 2011

Ya circula el nuevo libro: REINO, POLITICA Y MISION


REINO, POLÍTICA Y MISIÓN


El 10 de mayo último, en ocasión de un encuentro de profesores del Programa Doctoral
Latinoamericano en Ciencias Teológicas, el Dr. Alberto F. Roldán recibió en Miami los
primeros ejemplares de su nuevo libro: Reino, política y misión. La obra fue editada por
el Centro de Investigaciones y publicaciones (CENIP) que patrocina Ediciones Puma,
de Lima, Perú, y será presentada oficialmente en Expolit, a realizarse en los próximos
días en Miami. Si bien este libro fue escrito en durante 2009 y 2010, es el fruto de la
investigación que el autor ha desarrollado en la última década en los campos de la
teología, la misiología y las ciencias sociales.


REINO, POLÍTICA Y MISIÓN
Sus relaciones en perspectiva latinoamericana
Reino, política y misión reúne una serie de ensayos que abordan esa triple temática. Los dos primeros
capítulos están consagrados al tema del Reino. El capítulo 3 es un análisis de la ética social y política de
Juan Calvino presente en su visión del Reino y sus vinculaciones con la sociedad y la política de su tiempo,
con los desafíos que la misma formula a la realidad latinoamericana. Los capítulos 4 y 5 están dedicados a
la teología de Karl Barth, tal como aparece en su decisivo comentario a Romanos.
El capítulo 6 representa una indagación sobre el círculo hermenéutico de Juan Calvino y Karl Barth, a
modo de entender por qué sus teologías representan una circulación de sentido que responde a las
diferentes sospechas: la sospecha ideológica, la sospecha teológica y la sospecha exegética que, a su vez,
dan lugar a una nueva hermenéutica.
Los capítulos finales del libro se ocupan de dos temas que siguen siendo vigentes: las teologías políticas
de Moltmann y Metz, y el tránsito de la misionología desde una visión del Congreso de Edimburgo (1910)
hasta cien años después, desde América Latina, antiguo territorio de misión.

Contenido:
• Concepciones del Reino y missio Dei
• El Reino de Dios en la teología latinoamericana
• La ética social y política de Calvino
• La importancia del comentario de Karl Barth a la carta a los Romanos
• Carácter dialéctico de la justicia y praxis sociopolítica en Karl Barth
• El círculo hermenéutico en Juan Calvino y Karl Barth
• Las teologías políticas de Jürgen Moltmann y Johann Baptist Metz
• América Latina y Edimburgo: de la exclusión al protagonismo en la misión
Nuestro anhelo es que esta obra sea un
aporte importante a la reflexión interdisciplinaria, tan necesaria en nuestros tiempos

domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Sabato: Después del fin

Nos ha dejado Ernesto Sabato. Ayer, sábado 30 de abril de 2011, cuando le faltaban sólo dos meses para cumplir

los 100 años, falleció don Ernesto Sabato. Había nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, en junio de 1911, justamente el mismo año en que habían nacido mi padre Sixto Alberto Roldán y también mi suegro, Estanislao Macko. Siempre admiré a Sabato. No sólo por su literatura sino quizás más aún por su personalidad. Un hombre humilde. Un hombre fuerte. Un hombre tenaz. Había estudiado ciencias. Se doctoró en física pero abandonó la ciencia en 1945 para dedicarse a la literatura y a la lucha por la justicia. Mis primeras lecturas de sus obras: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Hombres y engranajes datan de la década de los años 1970. Pero una obra que impactó mucho fue Antes del fin. En ella, recoge sus memorias y nos deja una especie de testamento personal. En esa etapa de su vida, Sabato hace un racconto de su vida e intuye la cercanía Dios, justamente él que, en alguna etapa de su existencia había sido agnóstico. Dice, a modo de intuición:
“Hasta he llegado a pensar que si Dios existe, está enmascarado. Sí, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte, y se preguntan para qué y por qué hemos vivido y aguantado, solado, escrito, pintado, entre negativas a escribir estas páginas finales, lo estoy haciendo cuando mi yo más profundo, el más misterioso e irracional, me inclina a hacerlo. Quizás ayude a encontrar un sentido de trascendencia en este mundo pagado de horrores, de traiciones, de enviadas; desamparos, torturas y genocidios. Pero también de pájaros que levantan mi ánimo cuando oigo sus cantos, al amanecer; o cuando mi vieja gatita viene a recostarse sobre mis rodillas; o cuando veo el color de las flores, a veces tan minúsculas que hay que observarlas desde muy cerca. Modestísimos mensajes que la Divinidad nos da de su existencia.” (Antes del fin, Buenos Aires: Seix Barral, 1998, p. 14).
Lo que más me emocionó de Sabato, la fotografía que nunca olvidaré, la imagen indeleble, fue cuando él le entrega al presidente Raúl Ricardo Alfonsín, el libro del informe de la Conadep, Nunca más (con prólogo del propio Sabato, extrañamente modificado en los últimos años) resultado de la investigación que se hizo en la Argentina sobre la muerte y desaparición de personas durante la dictadura militar de los años 1970. Comisión en la que, bueno es recordarlo, trabajaron algunos pastores protestantes, especialmente el obispo metodista Carlos Gattinoni, a quien el presidente Alfonsín le guardaba siempre un gran aprecio.
Se nos fue Sabato. Una gloria de la literatura argentina y latinoamericana. Pero sobre todo un hombre cabal, íntegro, cuyo mensaje sigue vivo entre nosotros.


Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 1 de mayo de 2011

lunes, 18 de abril de 2011

Bonhoeffer, espiritualidad y acción cristianas. Leopoldo Cervantes-Ortiz

Hace algunas semanas causó cierta polémica en Estados Unidos una nota referente al libro de Eric Metaxas sobre el teólogo alemán Dietrich Bonhoeffer.


Se trata de Bonhoeffer: pastor, mártir, profeta, espía. Nashville, Thomas Nelson, 2010; y se produjo en el sentido de si éste podía ser considerado o no un creyente evangélico convencional, al más típico estilo del país norteamericano, es decir, caracterizado por ser una persona de convicciones bíblicas conservadoras, para decirlo de algún modo. Evidentemente, una controversia de este tipo solamente podía alborotar a la gente menos familiarizada con su trabajo teológico, reconocido de manera unánime en todo el ámbito cristiano e incluso fuera de éste.

En el artículo, titulado “Redimiendo a Bonhoeffer” (Christianity Today, 7 de febrero de 2011), Jason B. Hood cita una entrevista con Metaxas donde afirma: “Bonhoeffer se parece más a un evangélico conservador que a otra cosa. Era tan ortodoxo como San Pablo o Isaías” (Collin Hansen, “The authentic Bonhoeffer”, CT, julio de 2010).

Las reacciones de muchos lectores fueron extremas, pues oscilaron entre la total aceptación al rechazo sin matices, algo predecible en espacios poco dados a la interacción entre la fe y la teología, porque intentar re-clasificar a Bonhoeffer como “evangélico” sólo puede entenderse como parte de un proceso de reincorporación y aceptación para el gran público estadunidense, cuya valoración de ciertos teólogos/as, según parece, sigue siendo muy limitada a la hora de considerar su utilidad para su vida de fe y devoción. Y es que, más allá de las lecturas reduccionistas de otros tiempos en los que se le consideró casi como el “padre” de algunas expresiones de la llamada “teología de la muerte de Dios”, especialmente en Estados Unidos, hoy ya nadie es capaz de negar la importancia de su pensamiento, sobre todo porque se considera que lo respaldó con acciones muy concretas, particularmente su toma de partido en contra de la dictadura nazi y su colaboración en la conjura que intentó asesinar a Hitler, y que lo condujo al martirio pocos días antes del fin de la Segunda Guerra Mundial. Porque los mártires pueden ser populares, pero se vuelven incómodos cuando se habla de sus razones más profundas para la acción elegida.

Eso sucede mucho con Bonhoeffer, un teólogo cuya imagen liberal (e incluso neo-ortodoxa) se le indigesta a los lectores más conservadores o, al menos, de tendencia evangelical muy pronunciada, puesto que incluso estudiantes de teología o pastores con una formación más o menos sólida no saben qué hacer con su pensamiento a la hora de intentar trasladarlo a la realidad pastoral y eclesiástica. El precio de la gracia ha iluminado el compromiso con Jesucristo de una manera poco común, la Ética ha impulsado reflexiones muy sólidas y Resistencia y sumisión, las cartas desde la prisión, son una lección de teología intensa, cotidiana y pertinente. En América Latina, al menos, hace tiempo que se le considera una influencia sana y crítica para la teología protestante, especialmente a la hora de ver cómo Richard Shaull introdujo sus ideas y Julio de Santa Ana junto con Rubem Alves ensayaron los primeros esbozos de su aplicación práctica en los años del movimiento Iglesia y Sociedad en América Latina. Los varios textos que Santa Ana ha dedicado a comentar la influencia específica de Bonhoeffer en el continente son ya referencias obligatorias. En el libro clásico de Alves, Cristianismo: ¿opio o liberación? (1970, 1973) es notable cómo se refiere a la idea de la “polifonía de la vida”.

Mención aparte merece el homenaje que le dedicó el ISEDET en 1995 en las Cátedras Carnahan, una de cuyas expositoras fue Beatriz Melano, antigua estudiante de Paul Lehmann en Princeton, amigo personal de Bonhoeffer, mientras visitó Estados Unidos. En “La presencia de Bonhoeffer en América Latina”, se expresa así:

Lo que Paul Lehmann nos enseñó —en base a la ética de Bonhoeffer— fue no solamente hacer teología a partir del contexto, sino seguir una ética que no fuera normativa, sino contextual y relacionada con la cambiante realidad del mundo.

[…]

En nuestras marchas de protesta en forma activa y pacífica; en nuestra enseñanza teológica en relación al momento histórico en que vivíamos. Fue el ejemplo de Bonhoeffer a través de Lehmann, el que nos dio fe y valentía cuando la policía nos interrogó en nuestras casas, en la cárcel y revisó nuestras bibliotecas personales. Muchos fuimos acusados falsamente de ‘subversivos’ y ‘comunistas’” (Bonhoeffer: a 50 años de su ejecución por el tercer reich. Buenos Aires, ISEDET, 1998, pp. 17, 20, énfasis agregado).

Se trataba, es claro, de una “espiritualidad en acción” en medio de situaciones críticas, no sólo de especulaciones teóricas. Más recientemente, Luis Eduardo Cantero (“La influencia de Bonhoeffer en la teología latinoamericana”) y Alberto F. Roldán (“Dietrich Bonhoeffer: una teología para el mundo”) han indagado en la actualidad de Bonhoeffer de manera incisiva. De ahí que resulte tan novedosa la propuesta de Ron Klug, quien en 40 días con Dietrich Bonhoeffer (Santander, Sal Terrae, 2008) propone una lectura espiritual de sus textos mediante un acompañamiento casi místico. Las palabras-guía de dicho libro son elocuentes: “Dios ha de ser reconocido en medio de la vida, y no sólo en los límites de nuestras posibilidades. Dios quiere ser reconocido en la vida y no sólo en la muerte, en la salud y la fuerza y no sólo en el sufrimiento, en la acción y no sólo en el pecado”. Un buen lector puede sin problemas identificar esta perspectiva en un himno tan genuinamente evangélico como lo es “En medio de la vida”, del obispo metodista uruguayo-boliviano Mortimer Arias, también ya un clásico de la fe latinoamericana.

El itinerario propuesto de lectura de un teólogo tan brillante como Bonhoeffer ofrece una posibilidad distinta para experimentar una guía espiritual bastante ajena a las modas y los vaivenes de los best-sellers religiosos de turno, tan faltos de sustancia y hondura, tal como resume Klug: “En Bonhoeffer encontrarás una vigorosa, desafiante y nada sentimental llamada al seguimiento” (p. 11). Ahora que estamos a las puertas de una nueva celebración del martirio redentor de Jesús, sus palabras resuenan diáfanamente: “La gracia barata es la predicación del perdón sin arrepentimiento, el bautismo sin disciplina eclesiástica, la eucaristía sin confesión de los pecados, la absolución sin confesión personal. La gracia barata es la gracia sin seguimiento de Cristo, la gracia sin cruz, la gracia sin Jesucristo vivo y encarnado”.
México DF, 17 de abril de 2011
Agradezco públicamente a mi amigo Leopoldo Cervantes-Ortiz por la autorización para publicar esta excelente nota sobre Bonhoeffer.

jueves, 7 de abril de 2011

Reinhold Niebuhr: teólogo del realismo cristiano



Reinhold Niebuhr fue uno de los pensadores americanos de mayor influencia dentro del campo teológico. Nació en la ciudad de Wright, Missouri, el 21 de junio de 1892, dos años antes que su hermano Helmult Richard Niebuhr, también un notable teólogo que dejara un legado importante para el pensamiento cristiano en obras como: Christ and Culture y The Social Sources of Denominationalism. El padre de ambos fue un inmigrante alemán que se desempeñó como pastor en una Iglesia luterana de habla alemana. Reinhold estudió en Elmhurst College y Eden Theological Seminary –escuelas luteranas– continuando estudios en la Divinity School de la Universidad de Yale.
Un momento importante de su vida ocurrió en 1915 cuando se hizo cargo del pastorado de la Iglesia Evangélica Bethel de Detroit, Michigan. Comenta Howard Patton que fue en Detroit donde Reinhold descubrió el verdadero costo de la industrialización: deshumanización de los obreros, tensiones nerviosas, desempleo sin compensación, cuerpos quebrados, condiciones inhumanas de las fábricas automotrices. (“Reinhold Niebuhr by Howard G. Patton, A Symposium by Five Women on the Seminary Campus). Como fruto de esa experiencia en Detroit, Reinhold escribió una de sus obras más notables: Moral Man in Immoral Society, de la cual hay una versión en castellano publicada en Buenos Aires por editorial siglo XX bajo el título El hombre moral en la sociedad inmoral (Buenos Aires, Editorial Siglo XX, 1966). Un análisis somero de esa obra puede verse en revista Teología y cultura, www.teologos.com.ar
La tesis de ese libro, por su densidad, claridad y propuesta, merece ser citada in extenso:
“La tesis a desarrollar en esta obra es la de que debe trazarse una aguda distinción entre la conducta social y moral de los individuos y las de los grupos sociales, nacionales, raciales y económicos; y que esta distinción justifica y hace necesarias normas políticas que una ética puramente individualista debe siempre encontrar embarazosas.” (p. 9 de la versión en castellano).
Lo caracterizó la teología de Reinhold Niebuhr –más allá de su reticencia a ser considerado “teólogo”– fue su realismo cristiano. En oposición al liberalismo teológico y a ortodoxia teológica, Reinhold propuso un “realismo cristiano” consistente por lo menos en dos aspectos: su rechazo al perfeccionismo cristiano, pues consideraba que el cristiano sigue siendo pecador pese a sus esfuerzos por superar esa limitación. Y, también, realismo en sentido de criticar la tendencia de los grupos sociales por mantener sus privilegios, situación que sólo se puede sortear mediante la apelación a la justicia y a normas políticas concretas. Por eso, apeló a que al agape cristiano se agregue la justicia social. (Op. Cit., p. 67). En imagen rotunda y realista, decía Niebuhr a modo de conclusión: “No podemos construir nuestras escaleras individuales al cielo, y dejar irredenta de sus excesos y corrupciones a la totalidad de la empresa humana.” (Ibid., p. 247). El mensaje de este moderno profeta cristiano –fallecido en 1971– todavía es vigente en un mundo signado por la injusticia que se practica tanto en ámbitos religiosos como seculares. Es, también, un llamado de atención para cristianos y cristianas que sostienen con un optimismo digno de mejor causa que “convertirse a Cristo” significa superar todos los problemas sociales que atraviesan la historia humana.

lunes, 28 de marzo de 2011

Falleció el teólogo José Comblin, pionero de la teologia de la liberación



El pasado 27 de marzo falleció en la ciudad de Simoes Filho el teólogo José Comblin. Nacido en Bruselas en 1923, Comblin obtuvo su doctorado en teología en la Universidad Católica de Lovaina en 1953. Cinco años después se radicó en América Latina residiendo en distintos períodos en Brasil, Chile y Ecuador. Fue uno de los pioneros de la teología de la liberación produciendo textos importantes en los cuales siempre formulaba severas críticas a los regímenes dictatoriales en América Latina, en especial a la tesis de la “Seguridad nacional” que justificaba las dictaduras.
Entre sus muchas obras podemos mencionar:
La resurrección de Jesucristo (1962)
José, el clamor de los oprimidos, el clamor de Jesús (1986)
Vocación a la libertad (1999)
Neoliberalismo, Ideología dominante en el cambio de siglo (2002)
Jesús de Nazaret (1974)
En una entrevista que le realizaron en 2008, Comblin expresaba su esperanza en estos términos:
“La nueva sociedad que predomina en Occidente y se expande por el mundo entero no va a desaparecer. Un día los cristianos reconocerán que es inútil esperar la muerte de esta sociedad. La Iglesia va a tener que reconocer sus valores y entrar en diálogo.” (“Conversaciones con José Comblin, Iglesia viva). Desde esta página, nuestro recuerdo agradecido a la obra que Comblin nos ha dejado como legado, y nuestro deseo de que su esperanza pueda materializarse en un futuro cercano.

jueves, 17 de marzo de 2011

¿La catástrofe de Japón es el Apocalipsis?





La terrible catástrofe sufrida hace pocos días atrás en Japón, terremoto y tsunami, ha suscitado las más diversas hipótesis e interpretaciones. Desde Europa se dijo que esto era el Apocalipsis? ¿Será así? Es bueno que recordemos algunos conceptos clave en torno al término Apocalipsis y sus relaciones con adjetivos como “apocalíptico”. Etimológicamente, este término griego significa “revelación”, es decir, “correr un velo que oculta una realidad”. La literatura apocalíptica surge en el judaísmo intertestamentario (alrededor de dos siglos a. C.) en tiempos de persecución y abunda en imágenes y símbolos cifrados, que no pueden ser fácilmente interpretados por los no iniciados en ese lenguaje. En la Biblia hay dos libros apocalípticos, el de Daniel y el denominado, precisamente: “Apocalipsis de Juan”. En ambos hay abundante mención de números, bestias, batallas, dragones, copas de ira, fuego, azufre y elementos mitológicos que evocan, de alguna manera, la milenaria batalla entre el Bien y el Mal. El Apocalipsis bíblico comienza con las palabras: “Esta es la revelación (Apocalipsis) de Jesucristo que Dios le dio para mostrar a sus siervos lo que sin demora tiene que suceder… ” (Ap. 1.1 NVI). De modo que, a partir de este dato inicial, podemos pensar que el Apocalipsis no es tanto mostrar cómo será el fin del mundo, sino la revelación del Cristo victorioso sobre las fuerzas del mal, llámense “dragón”, “serpiente antigua”, “satanás” o “falso profeta”. Es fácil entender, sin embargo, que como el Apocalipsis en muchos de sus tramos presenta la lucha entre el Bien y el Mal, con derramamiento de sangre y muerte, “siete copas de ira” y siete “plagas”, lo apocalíptico se haya asociado casi exclusivamente a muerte, guerra, terror y fin del mundo. Pero en todo caso y, más allá de los elementos predictivos que el Apocalipsis contenga, una cosa es cierta: sus primeros destinatarios experimentaban una cruel persecución y muerte por parte del Imperio Romano (denominado en el libro como “Babilonia”) y el mensaje del libro era animar a los cristianos y cristianas que eran perseguidos por el sistema. Ese era su mensaje y su propósito primigenio. Sus lecturas, por supuesto, son de las más variadas y cubren un amplio abanico entre lo rigurosamente histórico hasta lo meramente simbólico.
Que hay un fin del mundo no hay duda alguna a partir de los datos de la Biblia. Pero nunca sabemos cuándo y cómo será exactamente ese fin. Sólo tenemos algún dato que nos dice que “los cielos desaparecerán con un estruendo espantoso, los elementos serán destruidos por el fuego, y la tierra, con todo lo que hay en ella, será quemada.” (2 Pedro 3.10). Por lo tanto, a lo que se nos insta es a vivir bajo la perspectiva de la venida gloriosa de Jesucristo que inaugurará el nuevo mundo conocido como “Reino de Dios”. Los acontecimientos como terremotos, tsunami, temblores y fenómenos análogos, muestran la fragilidad de nuestro mundo y, por ende, de nosotros mismos. Deben suscitar la oración y la acción a favor de sus víctimas antes que especular si esto es el Apocalipsis bíblico.

Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 17 de marzo de 2011

Obama visitará la tumba del mártir Arnulfo Romero en El Salvador



La noticia ha sido difundida por la agencia ALC y, en sus tramos centrales, indica que
el presidente de Estados Unidos Barack Obama visitará tumba del pastor y mártir Oscar Arnulfo Romero, durante su visita a El Salvador entre los días 22 y 23 de marzo próximo.
El presidente Obama sería el segundo mandatario extranjero que "presenta sus respetos" a Romero, luego que el año pasado lo hizo el entonces presidente brasileño, Luis Ignacio Lula Da Silva.
El próximo 24 de marzo se cumple el aniversarios 31 del martirio del arzobispo Romero, quien fuera asesinado por un Escuadrón de la Muerte, mientras celebraba misa en la capilla de un hospital de enfermos terminales. Romero es considerado un icono salvadoreño, defensor de los derechos humanos y de los sectores empobrecidos.
El obispo Arnulfo Romero fue ordenado al sacerdocio católico en 1942 y consagrado obispo en 1970. El teólogo reformado Jürgen Moltmann exalta la figura de Romero como un mártir moderno por la causa de Jesús y de los pobres. Hasta sus 59 años, Romero fue un clérigo conservador pero el 12 de marzo de 1977, cuando fue asesinado el primer sacerdote en El Salvador, Romero experimentó una conversión en el sentido de la relación entre la persecución y la Iglesia y la opresión del pueblo. Por eso, “se mezcló con el pueblo” y se convirtió en “obispo del pueblo”. Dice Moltmann:
“En el gemido y el grito de los pobres Romero oía el Evangelio del venidero Reino de Dios. Él fue “evangelizado” por los pobres. La catedral de San Salvador se transformó en un lugar de liturgia y de huelga de hambre, un hospital para los heridos y despedida de tantos muertos del pueblo. Apoyó a las “organizaciones populares” de los trabajadores rurales, de los agricultores y los operarios. Veía en el “proyecto popular” una solución de los problemas de su país. Y con ello entró en conflicto político. El arzobispo Romero fue fusilado delante del altar de su iglesia, durante la misa, por un asesino contratado.” (O Caminho de Jesus Cristo, Petrópolis: Vozes, 1993, p. 275. La terrible escena puede verse en el film Romero). La próxima visita del presidente Obama a la tumba de este moderno mártir cristiano es todo un símbolo de reconocimiento a la figura de un cristiano que se jugó por el Reino de Dios y su justicia en un mundo signado por las desigualdades y la marginación.


Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 17 de marzo de 2011