viernes, 18 de junio de 2021

 LA IMAGINACIÓN POÉTICA

 Emmanuel Lévinas

Para Paul Ricoeur

"Palabra de Dios, palabra dirigida a Dios, palabra sobre Dios y sobre la palabra de Dios -Santa Escritura, plegaria, teología-, las múltiples figuras del lenguaje religioso tienen en común la pretensión de no agotarse en referencias al mundo a partir del cual se construiría el significado de las palabras, de las proposiciones y de los discursos. ¿Cómo abrir al lenguaje las fronteras de la realidad dada en la que habitamos? Paul Ricoeur ha puesto de manifiesto los recursos de la imaginación; esta no es una simple facultad de reproducción, un mero duplicado de una simple facultad de reproducción, un mero duplicado de la percepción de los objetos a la que la imaginación debería todo, por fuera de sus poderes de ilusión. Por el contrario, explica Ricoeur, la imaginación es la más profunda dimensión del psiquismo humano; opera de entrada en el elemento del lenguaje poético, 'raíz misteriosa' de todas las energías del alma: 'Sólo el lenguaje poético está en condiciones e restituir nuestra pertenencia a un orden de cosas, pertenencia que precede nuestra capacidad de enfrentarnos a etas cosas como objetos que hacen frente a un sujeto.' En la imaginación poética, lo inaudito puede ser escuchado, interpelado y anunciado. Gracias a la imaginación poética, un texto puede abrirse a la hermenéutica y desbordar las intenciones que lo habían fijado inicialmente. Gracias a la imaginación poética la metáfora puede conducir más allá de las experiencias que parecen haberla engendrado. El símbolo da qué pensar."

Emmanuel Lévinas, "Del lenguaje religioso y del temor a Dios" en Más allá del versículo. Lecturas y discursos talmúdicos, trad. Manuel Mauer, Buenos Aires: Lilmod, 2006, pp. 135-136

Magnífico texto del filósofo judío Emmanuel Lévinas, que destaca la potencia del lenguaje poético. Me llama la atención que el texto fue dedicado justamente a Paul Ricoeur, un pensador tan multifacético y profundo que destacó tanto al símbolo, aplicable para el hablar de Dios o sobre Dios. El lenguaje religioso es, por antonomasia, simbólico y eso no va en desmedro de su potencia sino al contrario porque, como bien sentencia el pensador francés, "el símbolo da qué pensar". No soy yo el que le otorgo esa potencialidad sino el propio símbolo que, como tal, me obliga a pensar qué significa.