El 31 de octubre de
1517 el monje agustino Martín Lutero clavaba las 95 tesis en Wittenberg, dando
así comienzo a la Reforma Protestante. Como explica el teólogo Rodolfo
Obermüller: “El texto fue impreso en latín para ser clavado en el pizarrón de
la Universidad de Wittenberg, y para ser enviado a un número pequeño de interesados,
entre otros el arzobispo.” Pero la difusión fue tan grande, que el propio
Lutero se asombró de que las tesis se hubieran conocido en varias ciudades de
Europa, ya que muchas personas copiaron el texto y lo difundieron.
La Reforma Protestante
fue el resultado de muchos factores: políticos, económicos, culturales y,
naturalmente, religiosos. En este último ámbito, era evidente que la Iglesia
católica romana de entonces había caído en una etapa de corrupción generalizada
y necesitaba una reforma.
Las banderas de la
Reforma Protestante fueron:
Sola
Scriptura
Sola
fide
Sola
gracia
Solo
Cristo
En esta nueva
celebración, compartimos algunos párrafos de uno de los libros más enérgicos y
claros que salieron de la pluma de Lutero: La
libertad cristiana.
“A fin de que
conozcamos a fondo lo que es el cristiano y sepamos en qué consiste la libertad
que para él adquirió Cristo y de la cual le ha hecho donación –como tantas
veces repite el apóstol Pablo- quisiera asentar estas dos afirmaciones:
“El
cristiano es libre señor de todas las cosas y no está sujeto a nadie. El
cristiano es servidor de todas las cosas y está supeditado a todos.(…)”
“En
esto consiste la libertad cristiana: en la fe única que no
nos convierte en ociosos o malhechores, sino antes viene en hombres que no
necesitan obra alguna para obtener la justificación y salvación.”
“Se deduce de todo lo
dicho que el cristiano no vive en sí mismo, sino en Cristo y el prójimo; en
Cristo por la fe, en el prójimo por el amor. Por la fe sale el cristiano de sí
mismo y va a Dios; de Dios desciende el cristiano al prójimo por el amor. Pero
siempre permanece en Dios y en el amor divino, como Cristo dice; ‘De aquí en
adelante veréis el cielo abierto, y a los ángeles que suben y descienden sobre
el Hijo del Hombre’. He aquí la libertad verdadera, espiritual y cristiana que
libra al corazón de todo pecado, mandamiento y ley; la libertad que supera a
toda otra como los cielos superan la tierra: ¡Quiera Dios hacernos comprender
esa libertad y que la conservemos! Amén.”
Que este día: 31 de octubre
de 2013, un nuevo aniversario de La Reforma Protestante, que cambió no sólo al
cristianismo sino también influyó en el mundo entero, nos haga a los protestantes
y evangélicos, fieles al Evangelio de la gracia de Dios, no de las obras y nos
impulse a lo que dice San Pablo: “Cristo nos libertó para que vivamos en
libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo
de esclavitud.” (Gálatas 5.1, NVI). Porque una de las virtudes más importantes
que nos da el Evangelio es la libertad. Curiosamente o no, es una de las
virtudes de la que menos se habla en la mayoría de ámbitos evangélicos hoy. ¡Celebremos,
enseñemos y vivamos la libertad que Cristo nos ha dado sólo por la fe!
Alberto F. Roldán
Ramos
Mejía, 31 de octubre de 2013
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