domingo, 1 de mayo de 2011

Ernesto Sabato: Después del fin

Nos ha dejado Ernesto Sabato. Ayer, sábado 30 de abril de 2011, cuando le faltaban sólo dos meses para cumplir

los 100 años, falleció don Ernesto Sabato. Había nacido en Rojas, provincia de Buenos Aires, en junio de 1911, justamente el mismo año en que habían nacido mi padre Sixto Alberto Roldán y también mi suegro, Estanislao Macko. Siempre admiré a Sabato. No sólo por su literatura sino quizás más aún por su personalidad. Un hombre humilde. Un hombre fuerte. Un hombre tenaz. Había estudiado ciencias. Se doctoró en física pero abandonó la ciencia en 1945 para dedicarse a la literatura y a la lucha por la justicia. Mis primeras lecturas de sus obras: El túnel, Sobre héroes y tumbas y Hombres y engranajes datan de la década de los años 1970. Pero una obra que impactó mucho fue Antes del fin. En ella, recoge sus memorias y nos deja una especie de testamento personal. En esa etapa de su vida, Sabato hace un racconto de su vida e intuye la cercanía Dios, justamente él que, en alguna etapa de su existencia había sido agnóstico. Dice, a modo de intuición:
“Hasta he llegado a pensar que si Dios existe, está enmascarado. Sí, escribo esto sobre todo para los adolescentes y jóvenes, pero también para los que, como yo, se acercan a la muerte, y se preguntan para qué y por qué hemos vivido y aguantado, solado, escrito, pintado, entre negativas a escribir estas páginas finales, lo estoy haciendo cuando mi yo más profundo, el más misterioso e irracional, me inclina a hacerlo. Quizás ayude a encontrar un sentido de trascendencia en este mundo pagado de horrores, de traiciones, de enviadas; desamparos, torturas y genocidios. Pero también de pájaros que levantan mi ánimo cuando oigo sus cantos, al amanecer; o cuando mi vieja gatita viene a recostarse sobre mis rodillas; o cuando veo el color de las flores, a veces tan minúsculas que hay que observarlas desde muy cerca. Modestísimos mensajes que la Divinidad nos da de su existencia.” (Antes del fin, Buenos Aires: Seix Barral, 1998, p. 14).
Lo que más me emocionó de Sabato, la fotografía que nunca olvidaré, la imagen indeleble, fue cuando él le entrega al presidente Raúl Ricardo Alfonsín, el libro del informe de la Conadep, Nunca más (con prólogo del propio Sabato, extrañamente modificado en los últimos años) resultado de la investigación que se hizo en la Argentina sobre la muerte y desaparición de personas durante la dictadura militar de los años 1970. Comisión en la que, bueno es recordarlo, trabajaron algunos pastores protestantes, especialmente el obispo metodista Carlos Gattinoni, a quien el presidente Alfonsín le guardaba siempre un gran aprecio.
Se nos fue Sabato. Una gloria de la literatura argentina y latinoamericana. Pero sobre todo un hombre cabal, íntegro, cuyo mensaje sigue vivo entre nosotros.


Alberto F. Roldán
Ramos Mejía, 1 de mayo de 2011

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