domingo, 23 de marzo de 2014

El lugar de la teología según Harvey Cox


           



            El problema mismo de qué es en sí la teología constituye una cuestión teológica. Se ocupa del lugar y el objeto del teologizar. Incluye consideraciones tales como qué es un “problema teológico” y cómo y dónde surgen las cuestiones teológicas. Lo que pensamos está determinado en una medida mucho más grande de lo que imaginamos por dónde pensamos (nuestro “Sitz im Denken”[1]) y por qué pensamos (el objeto de la investigación teológica). Quiero defender que el objeto de la teología es servir a la comunidad profética. Por esta razón el lugar de la teología es ese filo de navaja donde la compañía del pueblo fiel agarra las corrientes más rápidas de la época. Toda “teología” que ocurra en otra parte o por alguna otra razón apenas merece el nombre de teología. (…)
            La tarea de la profecía es iluminar la historia contemporánea, clarificar las opciones cruciales y llamar al hombre a la administración responsable de su mundo. La tarea de la teología es guiar, criticar y ahondar la profecía.
Harvey G. Cox, No lo dejéis a la serpiente, Barcelona: Península, 1969, p. 35.




Cox, teólogo bautista estadounidense. Fue profesor de teología y cultura en el Andover Newton Theological School de Massachussetts. Obtuvo su Ph D en la Universidad de Harvard. Al fin de la segunda guerra mundial realizó viajes a Polonia y Alemania. En ese último país, en el año académico 1962-63 mantuvo contacto con iglesias y universidades de Alemania oriental. Al regresar a Estados Unidos fue arrestado en el sur, por tomar parte activa a favor de los derechos civiles.
Su obra más conocida es The Secular City (1965) donde reflexiona sobre el desafío que la secularización implica para la teología cristiana y para el modo de ser iglesia en ese contexto.
En los párrafos que he transcrito, aparecen varios puntos dignos de ser resaltados. En primer lugar, la pregunta siempre actual y acuciante: “¿qué es la teología?” Pregunta que en sí misma es una cuestión teológica. Cox dice que esa pregunta nos conduce a dos asuntos: el lugar y el objeto de la teología en tanto teologizar, o sea, reflexionar desde los datos de la fe cristiana pero vinculando esa fe con el contexto en que nos toca vivir. Por esa razón el locus (lo que Cox denomina en alemán Sitz im Denken) es determinante a la hora de hacer teología. Lo cual, para nosotros como latinoamericanos y latinoamericanas, significa que nuestro locus geográfico, cultural y vivencial es diferente al de Europa, Estados Unidos, Asia u Oriente. Por eso no sólo tenemos el derecho sino también el deber de teologizar desde aquí: América Latina.
El otro aspecto importante de la cita de Cox radica en que el lugar de la teología es, un “filo de navaja” donde el pueblo de Dios que es fiel al Evangelio, agarra las corrientes más rápidas de la época que le toma vivir. Y esto es decisivo: porque toda teología que ocurra en otro lugar que no sea el contexto en que se forja, ni siquiera merece el nombre de teología.
Finalmente, al definir cuál es la tarea de la teología, Cox nos dice que consiste en “iluminar la historia contemporánea, clarificar opciones cruciales, llamar al ser humano a ser mayordomo responsable del mundo y, finalmente, guiar, criticar y ahondar la profecía. Para el teólogo estadounidense, primero es la profecía y luego la teología. El profeta recibe el mensaje que Dios le ha dado (“Vino a mi Palabra del Señor diciendo”) y luego viene el teólogo para guiar, criticar y profundizar ese mensaje. Otra nota destacable: la teología debe ser crítica. No es una mera repetición de fórmulas dogmáticas, sino un reflexionar profundo y crítico de sus propios fundamentos y del mensaje que debe darse al mundo.
En estos últimos días, en que muchos líderes evangélicos de la Argentina se han pronunciado evaluando el primer año del pontificado de Francisco, sería bueno que se tuviera muy en cuenta el lugar de la teología como un ministerio de los muchos que el Señor ha dado a la Iglesia. Decimos esto porque hay muchos pastores que creen que pueden prescindir de la teología. El propio Francisco es jesuita y, como tal, tiene una muy sólida formación en teología, filosofía y ciencias sociales. Es hora de que la teología, en el sentido del teologizar deje de ser considerado por los líderes evangélicos como un mero entretenimiento o una teorización para quienes “les sobra el tiempo” o “no tienen otra cosa que hacer”. Sino que es algo necesario y crucial para la Iglesia y para el mundo. Y que, como hemos dicho hasta la sociedad, no hay práctica sin teoría, porque como bien señalaba H. Richard Niebuhr: “poner la soberanía de Dios en el primer lugar es hacer de la actividad obediente algo superior a la contemplación; sin embargo, es necesaria mucha teoría para la acción.”[2] Niebuhr nos está diciendo que si bien es cierto que, en apariencia, la actividad (praxis) aparece como algo superior a la teoría (contemplación) para la acción siempre es necesaria la teoría.

Alberto F. Roldán Schmarsow
Ramos Mejía, 23 de marzo de 2014



[1] El autor juega con la famosa expresión Sitz im Leben que se utiliza en el lenguaje bíblico para referirse al lugar donde surgió un texto con Sitz im Denken  =  “lugar del pensamiento” o “asiento del pensamiento”.
[2] The Kingdom of God in America, Hamden: The Shoe String Press, 1956, p. 20. Niebuhr vincula y contrasta la praxis (acción) con la teoría. Esa palabra, la usaban los griegos, por caso Aristóteles, (theorein) con el significado de “contemplación”. Esta explicación la consigno aquí, cosa que no puede hacer al citar el mismo concepto de Niebuhr en mi libro Reino, política y misión, Lima: Puma, 2011, p. 26. 

2 comentarios:

  1. estimado prof. Roldan, excelente aporte, soy un asiduo lector de sus artículos, gracias por reflejar el pensamiento de Cox en estas lineas sustanciosas, reciba muchos saludos de un peruano radicado en Venezuela, Dios le bendiga.

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  2. Estimado Edinson: Agradezco muy profundamente su comentario y ponderación de mi trabajo. Lo hacemos para enriquecernos mutuamente con la reflexión sobre la fe. Un abrazo desde Argentina!

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