Este blog está destinado a dialogar sobre las relaciones entre teología, política y sociedad desde una perspectiva judeocristiana.
jueves, 16 de junio de 2011
Los galeses: pioneros de la Patagonia
He visitado varias veces el valle del Río Chubut, en la Patagonia argentina, pero esta fue la primera vez en que tomé conocimiento directo de su gente y de su historia. Invitado por la Unión de Iglesias Cristianas Libres del Chubut –más conocidas históricamente como “las capillas galesas”, participé en Gaiman de la 27ª. Feria Provincial del Libro y 7ma. Feria Patagónica del Libro, presentando mis últimas obras: ¿Para qué sirve la teología y Reino, política y misión. El sábado 11 de junio ofrecí una conferencia titulada: “Amor, justicia y libertad. Sus relaciones desde una perspectiva filosófico-teológica” en la que mostré las interconexiones entre las distintas corrientes filosóficas y el mensaje de la Biblia sobre esas tres virtudes tan indispensables para la vida en sociedad. En mi conclusión, dije:
“¿Cómo se vinculan entre sí el amor, la justicia y la libertad en la experiencia humana? El amor trasciende la justicia en el sentido de que, como dice Stephen Mott: “produce acciones morales que la justicia no puede ordenar.” Lo mismo vale para la cuestión ética, según lo plantea el filósofo Fernando Savater cuando dice: “Allí donde el amor se impone, la ética no tiene prácticamente nada que decir […]” San Agustín resumió el tema en una sugestiva invitación: “ama y haz lo que quieras.” Por otra parte, el amor se relaciona con la libertad. El amor implica ofrecerse al otro y, por lo tanto, concederle libertad y estar dispuesto a sufrir por ello.
Se trata de un amor que debe tornarse eficaz en la historia. Como escribe Juan Luis Segundo:
Amar, amar eficazmente, es la única ley del cristiano. No ya la ley que distribuye entre las acciones etiquetas de “permitido” o “prohibido”, independientemente de cada hombre; sino la ley que le indica a la libertad del hombre su único camino verdadero: crear, en circunstancias siempre personales y únicas, un amor histórico también irreemplazable y único.
Tanto desde la reflexión filosófica que hemos expuesto como de la perspectiva bíblica, existe cierta coincidencia en que el amor, la justicia y la libertad son valores permanentes que hacen a la construcción de una sociedad armónica. Venimos al mundo con una gran carencia de amor, de afecto y ternura. El ser humano es, en ese sentido, el ser más débil y que demanda cuidado y protección. Pero conforme vamos creciendo, hay otro valor que surge como imprescindible: la justicia distributiva que plantea problemas cuya solución requiere de teorías de distribución de los bienes y de políticas concretas que propendan a que los seres humanos tengan el acceso a los bienes sociales que requieren para su realización como personas. El amor a Dios, al prójimo y a la creación forja una sociedad con hambre y sed de justicia que, una vez satisfecha, deriva en una sociedad verdaderamente libre, donde los seres humanos no sean medios para usar sino fines para respetar.”
Lo que más me ha impactado en esta vista fue la gente de origen galés, su fina atención y respeto y, sobre todo, su rica historia. En efecto, los galeses, que huyeron de su tierra en Gran Bretaña para encontrar libertad y realización, llegaron en febrero de 1865 a bordo del velero “Mimosa” a las playas que bautizaron con el nombre de “Puerto Madryn”, en homenaje al promotor de la iniciativa: Love Jones Parry Madryn, cuyo castillo llevaba ese nombre en el país de Gales. En Crónica de la colonia galesa de la Patagonia, escrita por Abraham Matthews –que tuvieron a bien obsequiarme– se indica que en 1865, antes de que se consumase la tristemente célebre “Campaña al Desierto” y que significó el exterminio de los pueblos originarios, un grupo minúsculo de galeses se atrevió a desembarcar en esas playas patagónicas. Después de muchos fracasos, logró establecer una colonia próspera en la “tierra maldita” de Darwin. Hoy, la comunidad galesa se ha hecho argentina, plenamente consustanciada con la lengua castellana y nuestras costumbres argentinas, más allá de mantener viva también su cultura expresada en el famoso “té galés” y su idioma que ahora intentan enseñar a las nuevas generaciones.
¡Salud al pueblo galés de la Patagonia! ¡Un saludo especial para mis nuevos amigos y amigas de Trelew y Gaiman!
Alberto F. Roldán
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Gracias, Alberto!!! Fue un placer tenerte entre nosotros. Excelente la crónica de tu viaje y me alegra mucho que mi pueblo galés te haya impactado. Cariños desde este sur ceniciento.
ResponderEliminarAdri