Este blog está destinado a dialogar sobre las relaciones entre teología, política y sociedad desde una perspectiva judeocristiana.
jueves, 2 de junio de 2011
A propósito de las próximas elecciones en Perú
De izquierda a derecha: Dres. Alberto Roldán, Víctor Arroyo y Walter Pérez
“Estar a punto de repetir un régimen nefasto cuestiona nuestra conciencia ciudadana”
Entrevista a Víctor Arroyo, del CONEP
Víctor Liza Jaramillo
Lima, jueves, 2 de junio de 2011
El Director Ejecutivo del Concilio Nacional Evangélico del Perú (CONEP), Víctor Arroyo, concedió una entrevista exclusiva en la que cuenta su breve experiencia en el Congreso y su participación en el Movimiento Evangélicos por la Democracia, de resistencia a la dictadura de Alberto Fujimori. También expresó algunas reflexiones sobre la actual coyuntura electoral.
Cuéntenos un poco acerca de su experiencia en el terreno de la política como senador.
En 1989 recibo una invitación de Cambio 90 para integrar su lista de senadores. Fue una experiencia importante; no llegué sin conocimientos de nada, pues tenía la reflexión, la preparación y con la inquietud de que las cosas tenían que cambiar en ese contexto: teníamos una elevadísima tasa de inflación y una situación de ingobernabilidad total.
¿Cuándo es que se aleja de Cambio 90?
Cuando Alberto Fujimori cerró el Congreso, renuncié públicamente. Además, porque el régimen no luchó contra la corrupción ni atendió la pobreza como prometió. La bancada de Cambio 90 elaboró un documento de respaldo a la decisión de Fujimori. Cuando me solicitaron la firma, les dije que esto era un golpe a la democracia y que merecía mi condena.
Antes del golpe, ¿ya había tomado una posición critica ante el fujimorismo?
Ya tenía discrepancias. Cuando se discutía en el Senado la acusación constitucional contra Alan García, la Comisión de Acusación Constitucional acordó, con elementos de juicio, y sin ánimos de venganza, aprobar la medida. Pero por indicación de Palacio, la bancada fujimorista votó en contra. Yo estuve a favor de que el caso pasara al Poder Judicial para la respectiva investigación. También discrepé sobre investigaciones sobre violaciones de derechos humanos. Algunas veces me decían, “¿qué pasa?, te van a expulsar”. Yo respondía que si por mantenerme firme a mis principios se me iba a expulsar, pues a mucha honra.
¿Usted fue el único que renunció, o hubieron otras personas que le acompañaron?
Varios diputados evangélicos renunciaron antes que yo, cuando Fujimori adopta el “Fuji-shock”, además de otras contradicciones al interior de la Cámara Baja. En el Senado no había ese tipo de confrontación, excepto en este tema, que nos llevó a varios de nosotros a expresar un punto de vista discrepante con esa medida.
¿Hubo alguna especie de seguimiento u hostigamiento hacia usted en los años anteriores?
Por alguna razón que nunca pude explicarme, Seguridad del Estado se mantuvo cerca de mí por un tiempo. Cuando pregunté por qué tenía a dos policías siguiéndome con la justificación del resguardo, me dijeron que de Palacio había venido una lista en la que mi nombre figuraba, y por eso tenía ese de resguardo, aún cuando yo ya había renunciado a Cambio 90.
¿Lo notaba como una especie de seguridad o de un seguimiento?
Creo que un poco de las dos cosas. Ellos preparaban un parte diario de cuáles han sido los desplazamientos o las reuniones a las cuales uno concurría. Entendí que posiblemente era un mecanismo de tener conocimiento de lo que estaba haciendo.
¿Cómo fue su participación en el Movimiento Evangélicos por la Democracia?
Cerrado el Congreso en 1992, participé junto a personajes como Gustavo Mohme Llona del Foro Democrático, que se creó para asumir la defensa de la democracia. Luego aparece Evangélicos por la Democracia (MED), que apoyó medidas como la lucha por la liberación de Juan Mallea, la concurrencia a la Plaza Mayor para lavar la bandera peruana. Era significativo porque agrupaba a estudiantes, profesionales y gente involucrada en trabajo de defensa de derechos humanos.
¿Esa participación de evangélicos era mayoritaria?
No era mayoritaria pero era un movimiento significativo. Por ejemplo, en esos años se realizaba la denominada Marcha por Jesús, de corte evangelístico, que, según los medios de la época, convocaba de 50 a 60 mil personas que salieron a las calles. Pero después se llamó a una concentración a favor de los presos inocentes en la plaza Francia, y sólo estuvieron unas doscientas personas. Parecía que los evangélicos no pensábamos en el Jesucristo interesado en el sufrimiento de las personas. Eso describe la actitud mayoritaria de los evangélicos respecto a la dictadura. El interés por la participación política va desarrollándose en los años que siguieron.
¿Fue decisiva la participación del MED?
Fue importante que un grupo de evangélicos pudieran plantarse, por ejemplo, frente al Poder Judicial para pedir la libertad de Mallea; y que se sumaran a la Marcha de los Cuatro Suyos en la lucha por la democracia. Fue un grupo que creció por la motivación que teníamos y por el compromiso con los valores democráticos. Fue un rol profético importante, de cuestionamiento a la dictadura.
¿Qué cree que ha ocurrido para que el fujimorismo esté tan cerca de retornar al poder?
En primer lugar, los actores políticos de la última década no realizaron la reforma del Estado para diseñar y aplicar políticas de inclusión social. La población está expresando la frustración de haber vivido en crecimiento económico sin experimentar beneficios en su calidad de vida. En cuanto a la sociedad civil, no ejerció la vigilancia adecuadamente. En el caso de los evangélicos, hemos estado más preocupados en el crecimiento numérico de las iglesias y no tanto en la calidad del testimonio evangélico en la sociedad.
¿Ha faltado hacer docencia sobre democracia, derechos humanos, lucha contra la corrupción?
Yo creo que sí. El papel del MED fue importante por las movilizaciones y los pronunciamientos públicos; pero había que crear también conciencia ciudadana. No hemos intervenido activa y sostenidamente en la construcción de ciudadanía. Esta situación nos coloca frente a una fragilidad de conciencia democrática. Que estemos a punto de repetir un régimen que fue nefasto para el país, cuestiona nuestros niveles de conciencia democrática.
En una elección tan crucial como esta, ¿cuál sería el papel del pueblo evangélico?
Los evangélicos tenemos que asumir un rol activo de construcción de ciudadanía en el Perú. Debemos participar en espacios de gestión publica; desarrollar conciencia de vigilancia ciudadana. Las autoridades hacen lo que se les ocurre por la ausencia de un control que provenga del pueblo, y los evangélicos somos parte del soberano. Eso está vinculado con el tema del rol profético y la importancia que tiene la vida humana para la conciencia cristiana.
Fuente: ALC noticias. Usado con permiso.
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