Bultmann, influido por el filósofo Martín
Heidegger (26 de setiembre de 1889-26 de mayo de 1976), encara el gran proyecto de reconstruir la
teología del Nuevo Testamento a partir de las categorías existenciales (o
mejor, “existenciarias”) elaboradas por Heidegger. Este brillante filósofo alemán,
había sido discípulo de Edmond Husserl, inclusive Heidegger dedica su obra
magna, Ser y tiempo a su maestro. Fue
Husserl quien lo introdujo en la teología protestante. El aprecio que Heidegger
manifiesta hacia Bultmann es tan notorio y elocuente, que en una carta fechada
en Marburgo el 13 de junio de 1924 y dirigida a Karl Jaspers, dice: “Afuera es
magnífico; en la universidad no ocurre nada, ningún estímulo. El único ser
humano es el teólogo Bultmann, con quien me encuentro cada semana” (Philippe Capelle-Dumont, Filosofía y teología en el pensamiento de Martín Heidegger, Buenos
Aires: FCE, 2012, p. 230).
Es a partir de este diálogo con Heidegger, que
Bulmann encara su gran proyecto de elaborar una teología que tenga a la fe y la
existencia cristiana como sus núcleos centrales. Toda la obra de Bultmann,
entre la que cabe mencionar: Teología del
Nuevo Testamento, Creer y comprender I y II, Nuevo Testamento y mitología,
Kerigma y Mito, está signada por la búsqueda de la fe y del modo en que el
lector moderno del Evangelio puede ser confrontado con el verdadero escándalo.
Porque para Bultmann, el marco precientífico en que está forjado el Nuevo
Testamento resulta un “falso escándalo” para el hombre moderno. De ese falso
escándalo, que Bultmann procura deconstruir a través de la “desmitologización”,
el ser humano debe ser confrontado con el verdadero escándalo: la cruz de
Cristo.
Pese a todo el reconocimiento del aporte que el
existencialismo hace a la fe, Bultmann es claro en su pronunciamiento: la filosofía
existencial todavía da alguna esperanza de salida al ser humano. El Evangelio
no. Dice sin ambages: “el Nuevo Testamento dice que sin ese acto salvador de
Dios nuestra situación es desesperada.”
La fe es, para Bultmann es exigencia, decisión y
existencia escatológica.
¿Dónde radican entonces los acuerdos y las
diferencias entre Heidegger y Bultmann? No es posible responder cabalmente en
este breve espacio de difusión del que disponemos. Ofrecemos una respuesta
breve y provisoria a partir de dos citas:
“Evidentemente, la filosofía y la teología entran en
competencia, puesto que ambas se ocupan científicamente de la existencia.
Porque, dígase lo que se quiera sobre el contenido de la dogmática, en todo
caso forma parte de su temática la existencia creyente.” (Bultmann, Creer y comprender, II, Madrid: Stvdivm,
1974, pp. 263-264).
“Bultmann ‘pone de manifiesto’ de algún modo en
teología la atención filosófica de Heidegger a la experiencia facticial y su
carácter histórico, pero ello, aún más y mejor que el modelo a partir del cual
Heideger se pregunta por la vida facticial, y esto es, se ha señalado, la
experiencia cristiana..” (Philippe Capelle-Dumont, op. Cit., p. 233).
Estos breves apuntes son ofrecidos como “botones de
muestra” de un trabajo de mayor
envergadura que estoy acometiendo en estos días y que procura indagar en el
significado de la fe para Bultmann y los vínculos que su pensamiento tiene con
la filosofía de Heidegger.
Ramos
Mejía, 6 de octubre de 2012
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