“La fe nace y persevera, pues, en un hecho de transmisión, de
tradición. (…) Parece algo chocante el hecho de que la relación fundamental
entre la fe y la historia venga designada como una adhesión de la fe a la
tradición. Tal vez esto nos suene a algo propio del catolicismo el colocar la
tradición junto a (y, ciertamente, de
hecho se ha colocado sobre) la
Sagrada Escritura; por el contrario, es propio del protestantismo el hacer
valer únicamente la Escritura. Ahora bien: esta diferencia, realmente profunda,
en la manera de comprender la fe cristiana no debe ser borrada; sin embargo, ha
de ser liberada ya de su formalización fosilizada. ¿Qué es la Sagrada Escritura
sino una parte de la tradición histórica? La insistencia protestante en la fórmula
´solamente la Escritura ‘no quiere decir ya, además, que la difusión de Biblias
impresas sea el camino histórico de la fe. Es típico del protestantismo el
reconocer que la fe procede la palabra oral, o sea que este mensaje, creado
ciertamente a partir de la Biblia y basándose siempre de nuevo en su texto y
probado en él, es transmitido de hombre a hombre, de pueblo a pueblo de una
manera oral o, mejor dicho, personalmente, no de una manera anónima, sino
exponiéndose totalmente sus testigos y dispuestos a la abnegación más
manifiesta. No como un cartero que simplemente entrega cartas cuyo contenido
desconoce, ni tampoco como un heraldo que hace una proclamación solemne, sino
como un representante responsable que es el único autorizado para hablar. Si la
palabra de fe –el Nuevo Testamento lo llama Evangelio- no nos hubiera sido
transmitida como una tradición oral, personal, no sabríamos nada de la fe.
Y sí como no es lícito aislar la Sagrada Escritura de la
ulterior historia de la predicación, así tampoco hay que independizarla del
acontecimiento que ella misma atestigua. La tradición, a la que está adherida
la fe, no es una ley de fe, sino la atestiguación del hecho de la fe. Lo que se
transmite es, ciertamente, también una exigencia de la fe, pero ante todo fe
vivida una vez.”
Gerhard Ebeling, La esencia de la fe cristiana, trad. Carlos
de la Sierra, Madrid: Ediciones Marova, 1974, pp. 30-31.
Gerhard Ebeling, teólogo luterano alemán nacido el 6 de julio
de 1912 y fallecido el 20 de setiembre
de 2001. Discípulo de Rudolf Bultmann y continuador de su hermenéutica. Fue
pastor de la Iglesia Confesante (opuesta al régimen nazi) durante los años 1939
a 1945, pleno desarrollo de la Segunda Guerra Mundial.
Transcribí estos párrafos del curso que dictó en la
Universidad de Zürich en el invierno de
1958-1959. Es una reflexión amplia y profunda sobre la fe. En este caso, sobre
la relación entre la fe, la tradición (que significa transmisión) y la Sagrada
Escritura. Enfatiza la importancia del mensaje oral que recibieron los profetas
y los apóstoles. La palabra de fe, en síntesis, el Evangelio, debe transmitirse
de modo oral, persona a persona, como testimonio del Cristo. La fe, en suma:
un acontecimiento vital que transforma nuestra existencia en el mundo.
De vez en cuando voy a seguir sumando artículos y reflexiones sobre la fe que es, en definitiva, lo que nos caracteriza como cristianos y cristianas, más allá de que sea una experiencia humana cotidiana.
Foto: Gerhard Ebeling
Alberto F. Roldán
Ramos Mejía,
11 de junio de 2016
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