“Pablo, en cambio, que
nació en Tarso (Hch. 9, 11; 21, 39; 22, 3), ciudad cosmopolita y centro de
escuelas filosóficas, es un ciudadano metropolitano para todos los efectos. Su existencia se
desarrolla enteramente en las diversas ciudades el mundo greco-romano. Cf. El testimonio
de ESTRABÓN, que no carece de exageraciones retóricas: ‘Entre los habitantes de
Tarso reina un celo tan grande por la filosofía y por todas las ramas de la
formación universal, que su ciudad supera tanto a Atenas como a Alejandría o
toda otra ciudad en la que haya escuelas y estudios de filosofía. […] Pero,
como Alejandría, Tarso posee escuelas para todas las ramas de las artes
liberales.”
Giuseppe Barbaglio, Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso, trad.
Luis H. Rivas, Buenos Aires: Agape, 2008, p. 64
El autor contrasta las
figuras históricas de Jesús de Nazaret y San Pablo, mostrando que Jesús era un
hombre de provincia, que se mantuvo lejos de las grandes ciudades y era
artesano mientras que Pablo (Saulo) era de Tarso. No es un dato menor que esa
ciudad fuese un centro de escuelas filosóficas a las cuales no estuvo inmune el
apóstol de los gentiles, cosa que se pone de manifiesto, sobre todo en su
predicación en Atenas donde se enfrenta con los epicúreos y estoicos para
presentar la Buena Nueva de Jesús y su resurrección. Allí, cita a autores
griegos y muestra los puntos de contacto entre su mensaje y los textos de esos
autores paganos. Todo esto conduce a una conclusión básica e importante: la
teología de San Pablo detectable en sus cartas, no es resultado de un mero
dictado del Espíritu Santo sino fruto de una reflexión en la cual coexisten
tanto los textos del Antiguo Testamento como el razonar propio de los
pensadores griegos. Como señala Juan Luis Segundo, aunque Pablo no era un
teórico al estilo de los griegos: “Cuando teoriza, lo hace a medida que los
problemas le obligan a procurar una solución eficaz. Y de pregunta en pregunta,
de respuesta en respuesta, va componiendo su discurso.” (La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret, Santander:
Sal Terrae, 1991, p. 383). En síntesis: la fe en Jesús de Nazaret como el
Mesías, surge en un mundo grecorromano y San Pablo es un modelo de cómo esa fe
se expanda en ese mundo encarnándose en él. Un camino que también debemos
transitar quienes deseamos que esa misma fe sea relevante para nuestro mundo
hoy.
Ilustraciones: Iglesia de San Pablo en Tarso (Turquía). Cuadro de imagen de San Pablo
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