martes, 31 de enero de 2017

Tarso: cuna de escuelas filosóficas





“Pablo, en cambio, que nació en Tarso (Hch. 9, 11; 21, 39; 22, 3), ciudad cosmopolita y centro de escuelas filosóficas, es un ciudadano metropolitano para  todos los efectos. Su existencia se desarrolla enteramente en las diversas ciudades el mundo greco-romano. Cf. El testimonio de ESTRABÓN, que no carece de exageraciones retóricas: ‘Entre los habitantes de Tarso reina un celo tan grande por la filosofía y por todas las ramas de la formación universal, que su ciudad supera tanto a Atenas como a Alejandría o toda otra ciudad en la que haya escuelas y estudios de filosofía. […] Pero, como Alejandría, Tarso posee escuelas para todas las ramas de las artes liberales.”
Giuseppe Barbaglio, Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso, trad. Luis H. Rivas, Buenos Aires: Agape, 2008, p. 64




El autor contrasta las figuras históricas de Jesús de Nazaret y San Pablo, mostrando que Jesús era un hombre de provincia, que se mantuvo lejos de las grandes ciudades y era artesano mientras que Pablo (Saulo) era de Tarso. No es un dato menor que esa ciudad fuese un centro de escuelas filosóficas a las cuales no estuvo inmune el apóstol de los gentiles, cosa que se pone de manifiesto, sobre todo en su predicación en Atenas donde se enfrenta con los epicúreos y estoicos para presentar la Buena Nueva de Jesús y su resurrección. Allí, cita a autores griegos y muestra los puntos de contacto entre su mensaje y los textos de esos autores paganos. Todo esto conduce a una conclusión básica e importante: la teología de San Pablo detectable en sus cartas, no es resultado de un mero dictado del Espíritu Santo sino fruto de una reflexión en la cual coexisten tanto los textos del Antiguo Testamento como el razonar propio de los pensadores griegos. Como señala Juan Luis Segundo, aunque Pablo no era un teórico al estilo de los griegos: “Cuando teoriza, lo hace a medida que los problemas le obligan a procurar una solución eficaz. Y de pregunta en pregunta, de respuesta en respuesta, va componiendo su discurso.” (La historia perdida y recuperada de Jesús de Nazaret, Santander: Sal Terrae, 1991, p. 383). En síntesis: la fe en Jesús de Nazaret como el Mesías, surge en un mundo grecorromano y San Pablo es un modelo de cómo esa fe se expanda en ese mundo encarnándose en él. Un camino que también debemos transitar quienes deseamos que esa misma fe sea relevante para nuestro mundo hoy. 

Ilustraciones: Iglesia de San Pablo en Tarso (Turquía).  Cuadro de imagen de San Pablo 

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