martes, 20 de noviembre de 2012

¿Qué tiene que ver la teología con el gobierno del mundo?


 
 Uno de los filósofos que mejor responde esta pregunta es Giorgio Agamben. En muchos de sus textos, pero sobre todo en El Reino y la gloria, el pensador italiano pone de manifiesto las íntimas vinculaciones que la teología tiene con el gobierno del mundo.

En esa obra, Agamben se propone, según sus propias palabras: “demostrar que de la teología cristiana se derivan en general dos paradigmas políticos, antinómicos pero funcionalmente conectados: la teología política, que funda en el único Dios la trascendencia del poder soberano, y la teología económica, que sustituye a esta por la idea de una oikonomía, concebida como un orden inmanente –doméstico y no político en sentido estricto- tanto de la vida divina como de la humana. Del primero derivan la filosofía política y la teoría moderna de la soberanía; del segundo, la biopolítica moderna hasta el actual triunfo de la economía y el gobierno sobre todo otro aspecto de la vida social.” (p. 13).

En el desarrollo de su argumento, Agamben critica la tendencia a oponer la imagen del mundo de la ciencia moderna a la concepción teológica de un gobierno providencial. “Sin embargo –sostiene en contrario- en su estructura conceptual ellas se parecen más de lo que suele pensarse.” (p. 216). Dice que el modelo de la providencia descansa sobre leyes eternas análogas a las de la ciencia moderna. Sobre todo, hay que ver la relación entre causas primeras y causas segundas que presenta analogías entre ambos campos: la ciencia moderna y la teología. Afirma que desde David Hume a Adam Smith, se afirma una concepción que está en perfecta analogía con la teoría de la providencia pero que rompe con la primacía de las causas finales y la sustituye por un orden que se produce por el juego de efectos inmanentes. De ese modo: “El gobierno del mundo no resulta de la imposición de una ley general indefectible, sino de la correlación entre la ley general y el plano contingente de las causas segundas.” (p. 216).

Otro aspecto de la influencia de la teología en la concepción moderna del mundo se relaciona con la doctrina de la trinidad. Varias veces Agamben apela a la distinción que los teólogos han hecho entre “trinidad inmanente” (o de sustancia) y la “trinidad económica” (o de revelación). La primera se refiere a cómo es Dios en su esencia y la segunda al modo en que esa trinidad actúa redentoramente en el mundo. Concluye Agamben:

“A la trinidad inmanente le corresponden la ontología y la teología, mientras que a la trinidad económica, la praxis y la oikonomía. (…) La trinidad económica (el Gobierno) presupone la trinidad inmanente (el Reino), que la justifica y funda.” (pp. 362-363).

En síntesis: la teología, con sus conceptos sobre providencia, soberanía, economía (de salvación), trinidad y Reino, pone de manifiesto la fuerte influencia que ha ejercido en las ideas modernas del gobierno del mundo en una palabra: de la política. Por esa razón es que Agamben insta a quienes estudian teoría política moderna, que tomen en cuenta, acaso como análisis preliminar, a la teología cristiana.

 

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