domingo, 12 de noviembre de 2017

La teología de la cruz hoy





Muchas personas al estilo de las que faltaban en la comunidad de Corinto, y cuya falta le proporcionó a Pablo un argumento, pertenecen hoy día a la Iglesia. No raras veces la Iglesia se gloría en ellos. ¿Dónde aparece ahora de la cruz? Esa locura se muestra únicamente en la manera en que los cristianos y la Iglesia viven y proclaman la cruz. La cruz es siempre la protesta contra toda “acomodación”, que –de manera secreta o manifiesta- es algo distinto de una sincera solidaridad con el hombre en su situación concreta, y que, en vez de ello, quiere acomodarse precisamente a la manera en que “se” piensa y “se” actúa. La cruz es siempre la rectificación de aquella decisión previa que exige de la proclamación cristiana que se predique a un Dios oculto tras los enigmas y las “locuras” y que en caso contrario rehúsa la fe. La locura de la cruz- o precisamente el ocultamiento de la misma- aparece principalmente en la manera en que la Iglesia, los cristianos, se relacionan con el poder que la historia les ha confiado: ¿dónde se sitúan cuando acuden en ayuda con ese poder? ¿con quién o con qué se asocian? La locura de la cruz puede volver a hacerse con gran rapidez muy aguda. ¿Resistirá la Iglesia, resistirán los cristianos, la crítica de ese capítulo de la carta paulina?

Otto Hermann Pesch, La muerte de sus, nuestra vida, Salamanca: Sígueme, 1992, pp.- 49-50. Teólogo católico alemán. Fue profesor de teología sistemática en la Universidad Católica de Hamburgo. 

Aquí reflexiona sobre el notable texto paulino de 1 Corintios 1.18ss. donde el apóstol enfrenta a la filosofía (sophia) griega, para la cual el kerigma cristiano de la cruz era una verdadera locura. Nos hace pensar en los desafíos que la cruz de Cristo implica para nosotros hoy, sobre todo, pienso, en las desviaciones de falsos evangelios que eluden la cruz como el centro de su mensaje y la sustituyen por recetas mágicas centradas en un individualismo enfermizo y la búsqueda febril de prestigio y poder. Por eso la pregunta de Hermann Pesch es muy oportuna: nos hace pensar y evaluar si los cristianos resistiremos esas insinuaciones o seguiremos al Crucificado con todo lo que ello implica. 

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