El
homo sentimentalis en el judaísmo, el
cristianismo y el derecho
Por
Milan Kundera
Europa tiene fama de
ser una civilización basada en la razón. Pero igualmente podría decirse que es
la civilización del sentimiento; creó un tipo de hombre al que denominó hombre
sentimental: homo sentimentalis.
La religión judío
impone la ley a los fieles. Esa ley pretende ser accesible a la razón (el
talmud no es más que un constante análisis mediante la razón de las
prescripciones establecidas por la Biblia) y no exige una especial sensibilidad
para lo sobrenatural, un especial entusiasmo ni una llama mística en el alma.
El criterio del bien y el mal es objetivo: se trata de entender la ley escrita y
de obedecerla.
El cristianismo puso
este criterio patas arriba: ¡ama a Dios y
haz lo que quieras!, dijo san Agustín. El criterio de lo bueno y lo malo se
situó en el alma del individuo y se convirtió en subjetivo. Si el alma de éste
o aquél está llena de amor, todo es correcto; ese hombre es bueno y todo lo que
hace es bueno.
Bettina piensa como san
Agust+in cuando le escribe a Arnim: “He encontrado un hermoso proverbio: el
amor verdadero tiene siempre la razón, aunque sea injusto. Pero Lutero dice en
una carta: el amor se antepone a todo, incluso al sacrificio y a la oración. De
eso deduzco que el amor es la mayor virtud. El amor nos hace inconscientes (macht bewustlos) para lo terrenal y nos
llena de lo celestial, el amor nos libra así de la culpa (macht unschuldig).”
En la convicción de que
el amor nos hace inocentes radica la originalidad del derecho europeo y su
teoría de la culpabilidad, que toma en consideración los sentimientos del
acusado: si matan a alguien a sangre fría y por dinero, no tendrán disculpa; si
lo matan porque los ha ofendido, su enfado será para ustedes una circunstancia
atenuante y recibirán un castigo menor; y si lo matan por un amor desgraciado o
por celos, el jurado simpatizará con ustedes y con Paul, como defensor suyo,
pedirá que el asesino sea condenado a la máxima pena.
Milan Kundera, La inmortalidad, trad. Fernando
Valenzuela, Buenos Aires: Tusquets editores, 2014, pp. 232-233
Filósofo checo radicado
hace muchos años en París. Autor de la famosa novela La insoportable levedad del ser. Resulta significativo cómo
relaciona el tema del sentimiento en la persona humana, comparando las visiones
judía y cristiana y mostrando, brevemente, l la influencia del sentimiento en
el derecho europeo.
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